Segunda opción

988 433 514
                                    


Estaba más bien confundido, sentía una ansiedad incontrolable y no dejaba de pensar en la posibilidad de que la pelinegra fuese una mujer casada. Comencé a darme cuenta que Eclipsa era más misteriosa de lo que realmente pensaba y que esto no se había acabado.

—Mira Leopoldo, solo quería hablar con ella —dije, sintiendo que nadie que ninguno de mis amigos podría entender mi frustración.

Por el amor de Satán, sos extremadamente romántico. Y ¿por qué no le pediste su teléfono o su dirección? ¿Quieres que hable con mi primo Emmett para saber si sabe algo de ella? ¿Por qué no bailas con la muchacha de cabello corto? No ves que te está mirando hace por lo menos dos horas.

—Ni siquiera se me pasó por la mente pedirle algún contacto —repuse—, me siento como un boludo.

—Eso te pasa por pendejo —gritó Elmer, mientras meneaba su cuerpo al ritmo de la música.

—Y realmente te la chapaste. ¿Sabés lo que realmente significa? Que Eclipsa estableció un contacto físico con vos. Supongo que tu deseo carnal está al rojo vivo. Yo la vi como te besaba, no estaba disimulando, te besaba con ternura —reflexionó mi compañera de trabajo mientras tomaba su sexto martini.

—¡Jua! Es que Vladimir selecciona con mucho refinamiento a sus mujeres y después lo dejan solito como un boludito —chilló Epifanio.

Me estrujé mi cuerpo con ambas manos. Me sentía pequeño...y muy inocente.

—Sí —dije con lentitud—, mi vieja dice lo mismo. Ahora me quedé solo y yo que tenía grandes expectativas. Naturalmente, esto me jode —Hice una pausa. Yo yacía medio mareado y medio confundido. No estaba ebrio, pero el alcohol me estaba pegando fuerte. En ese momento oí a Leopoldo preguntar—: ¿Entonces quieres que hable con mi primo sobre ella o no quieres?

—¡No!

Sin pensar le había lanzado un grito. Leopoldo se levantó de la silla y se puso a bailar con Raquel.

—Vladis, vamos a bailar —me dijo la pelirroja cariñosamente—. Y luego Leopoldo la miró y le lanzó un gesto de reprobación.

Meneé la cabeza hacia la izquierda y vi al primo de Leo que se dirigía a la salida con un hombre que llevaba una cartera de mujer color oro. Después recordé que la otra vez ese tipo se había acercado a mí en la calle para preguntarme si estaba bien luego de la piña que me propinaron en el ojo.

—Vamos a pedir algo más para tomar —dijo Raquel en mi oído.

Cuando ella se reía, los hoyuelos de sus mejillas se marcaban con gracia.

—No, ya estás demasiado borracha. Acaso quieres que tu madre nos haga quilombo —dijo Leo y Raquel puso sus ojos en blanco—. No lo tomés a mal pero prefiero llevarte a tu casa cuando ya la borrachera se te haya pasado.

Epifanio apareció con unos vasitos de coñac. Raquel bebió a mi salud. Leopoldo tenía la mirada torcida.

—¡Viva la vida, viva el amor! —exclamó la pelirroja mientras se reía.

Su actitud era diferente y eso me gustó.

—Y si mejor me das un beso —gritó Leopoldo, mientras bailaba frenéticamente.

—Por fin este muchacho le pone ganas a la situación —dijo Raquel mientra acercaba su rostro ardiente a la boca del rubio.

Como un monstruo se inclinó para besar a la pelirroja. Su beso duró aproximadamente diez minutos, Elmer estaba de pie observando de cerca como sus lenguas danzaban al son de la música.

BALADA DE OBOE  (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑) Where stories live. Discover now