Políticamente incorrecto

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Caí en sus encantos, ¡qué boludo fuí! Por eso ahora reflexiono el porqué me dejé besar en su casa. Caí en su abrazo cuando él me apretó con fuerza y no lo vi venir. Fue como un hechizo, él me embrujó y se marchitaron todas mis ansias de tener a una mujer a mi lado. No es lo que quería... no lo pensé, Jey es la mediocridad a flor de piel y aunque todo está en la oscuridad en este momento, tengo que admitir que mis días posteriores están inspirados en ese sonido básico de su oboe.

Caí en picada y ahora tengo miedo de mí, no sé lo que me pasa.

—No soy en absoluto valiente —objeté—.Si te digo lo que sucedió pensarás que soy un idiota. Pero te lo diré, porque sos mi amigo.

Leopoldo levantó una ceja y ladeó su cabeza como si fuese un robot.

—¿Hiciste algo malo? —respondió simplemente, esperando una respuesta sincera de mi parte. Acercó su silla deslizándose sobre sus ruedas.

—Sí, hice algo terrible. Y exactamente por ello estoy muy abrumado y confundido.

—Soy tu amigo y los amigos ayudan a sus amigos ¿qué te está pasando?

—Es lo que estoy intentando explicarte, Leopoldo. Ayer conocí a Jey en persona —dije con vergüenza.

—¿Jey mujer o Jey hombre? —preguntó confundido—. He pensado en hablarte de ese tema.

—Jey es un hombre... Eclipsa es la mujer —expliqué.

—Pero... Eclipsa en realidad no existe ¿o no?

—Exactamente, Eclipsa es su personaje. Pero déjame explicarte que ocurrió... —chillé.

—Vladimir, no precisas gritarme. Decime que mierda te pasó de una buena vez —dijo Leopoldo con una voz gutural.

—Está bien.

—Te escucho. Pero apúrate a hablar que ya está por llegar Raquel y no quiero que se entrometa.

—Ayer fui al shopping a pagar los servicios y me lo encontré a Jey. Hablamos un cachito y le bajó la azúcar, él es diabético —dije, sintiendo derepente un escalofrío—. ¿Por qué ponés esa cara de espanto?

—Vladimir, vos seguí contando que sucedió...

—Fuimos a su casa, comenzamos a hablar de las cosas simples de la vida y derrepente me besó —le dije, sintiendo miedo.

—¡Ja! —dijo Leopoldo.

—Él me abrazó y cuando me di cuenta ya me estaba besando —concluí.

—Qué raro. ¡Siempre te pasa todo lo políticamente incorrecto o intrincado! —dijo el rubio con voz cortante.

—¡No me juzgues! —chillé.

—¡Pst! —chistó Leopoldo mientras miraba por la ventana.

—¿Quién vino?

Con un suave golpe, Elmer entró a la oficina, atravesó la atmósfera que tenía un hálito de tensión.

—Parece que vieron un fantasma ¿qué les pasa? —dijo Elmer y apoyó su mochila en la silla de la esquina.

Raquel llegó acompañada por Epifanio.

—Hola amiguerous —saludaron al unísono.

Estaba sentado al lado de Leopoldo y este me hundió el codo en mi abdomen y me dijo ‘‘pst’'. Me esforcé mucho por disimular. Basicamente, estaba conteniendo el aliento.

BALADA DE OBOE  (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑) Where stories live. Discover now