Una nueva oportunidad para mí

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—De repente me vi caminando junto a mi madre por un sendero increíblemente brillante, había una casa grande al final del camino, esta tenía paredes que se curvaban hacia el techo, mi madre me tomaba fuerte de la mano y yo estaba aterrorizado, y de hecho sentía que tenía que despertar —le dije a Leopoldo.

—Es duro tener que soñar con tu madre, pero creo que es normal —contestó Leo y agregó —: es triste. Quizás tu madre trata de comunicarte algo desde el cielo.

—En mi sueño mi madre tenía un increíble aspecto —dije mientras terminaba de escribir en la computadora.

—A lo mejor ese sueño te tendrá perturbado por unas horas más —explicó Leo— , ¿quieres ir por unas cervezas?

—Te lo agradezco mucho, pero si me pongo a beber a esta hora de la tarde me agarrará somnolencia y pareceré un zombie esta noche —dije, mientras apagaba el computador de la oficina.

—Cierto, lo había olvidado.

—¿Qué cosa? —pregunté.

—Que esta noche vamos a ir a Anagrama.

Leopoldo se echó a reír.

—¿Y ahora qué te causa gracia?

—Es que Raquel anda con la tanga cruzada, no quiere que vaya al antro. Dice que las mujeres me miran gracias a las payasadas que hace Epifanio —cuchicheó para que no oiga la pelirroja.

—¿Seguro que solo se trata de celos? —insistí, obstinado.

—¿No te da vergüenza hablar de mí a mis espaldas? Termina de una vez tu partida de pocker —gritó Raquel. Pero también pude notar que ella le tenía cierta compasión.

—Nena, no tengo ninguna prisa. Mejor ponete a hacer café.

Tras obedecer, Raquel reparó que eran las cinco de la tarde y lanzó un chillido.

—Leopoldo, llévame al centro comercial ahora —demandó ella con un hilo de voz.

El rubio la miró fijamente, negó con la cabeza y siguió concentrado en su juego.
Intimidada por su silencio, la pelirroja se mantuvo inmovilizada frente a la cafetera.

—Sabés, estoy absolutamente convencida de que prefieres sentarte horas a jugar pocker en línea en lugar de pasar tiempo conmigo —dijo por fin—, a veces pienso que no me valorizas y que seguís pensando en tu ex novia Amira.

—No es así, reina —gritó Elmer desde la otra punta de la oficina—, el rubio te quiere mucho.

—Elmer... no lo defiendas —dijo sintiéndose azorada.

Epifanio también sintió la turbación de la pelirroja y dijo:

—Si quieres yo te acompañaré al shopping center —repuso—. También quiero comprarme algo.

—Nena, parece que te han implantado un recuerdo falso.

¿Acaso insinúas que estoy loca?

Leopoldo se tornó meditativo.

—No, nada que ver. Amira me engañó con el portero de mi edificio y eso me causó daños emocionales. Yo no pienso en ella —contestó el rubio sin siquiera mirarla a los ojos.

—Ves... no deberías pensar en Amira —dijo Elmer.

—Tienes razón, debo marcharme. Entonces espero que me mandes un correo electrónico para ver a que hora pasas por mí esta noche—dijo Raquel, mientras encendía un cigarrillo.

BALADA DE OBOE  (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑) Where stories live. Discover now