3. La boda

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Rafael estaba allí hundiéndose en su tristeza, era domingo al mediodía y Taís había salido con Rodrigo. Últimamente siempre estaba con él y lo evitaba... o le reprochaba constantemente que se emborrachara. Qué caso tenía explicárselo, Taís no lo entendería y tampoco tenía por qué seguir cargándola con sus problemas.

Rafael estaba harto, harto de la vida y de los problemas que siempre había tenido que enfrentar, harto de tener que ser el bueno y comportarse siempre correctamente. ¿De qué le había servido todo aquello después de todo? ¡De nada!

De nada le había servido amar tanto a una mujer, de nada le había servido llorar su ausencia durante tantos años, de nada le había servido perdonarla, de nada le había servido volver a intentar confiar en ella... Era tarde para ellos, era tarde para retomar lo que nunca tuvieron y eso le dolía en el alma... Podía haber soportado todo aquello una vez, pero dos... era demasiado.

«Bien... llego el día antes de la boda... Ya he comprado para mi vestido y sé que lo amarás». Y esas palabras simplemente no se borraban de su mente

Aquella tarde que ella lo llamó para conversar, él decidió que estaba cansado de hablar. Desde aquel encuentro que tuvieron el fin de semana en la casa de campo de Carolina, él tuvo la certeza de que nunca amaría a nadie más como la amó a ella, como la amaba a ella... Aun así tuvo miedo de enfrascarse de nuevo en una relación.

La química que sentía cuando estaban juntos era intensa y explosiva, como había sido siempre. Las charlas y los momentos que pasaban, incluso los silencios, lo llenaban de paz y de felicidad, al punto de hacerlo sentir completo de nuevo, de hacerlo experimentar plenitud y gozo. Él había pasado por un momento difícil, había estado al borde de la muerte y cuando despertó, la vida la había puesto de nuevo allí, como si él no pudiera irse de este mundo sin arreglar aquello que estaba inconcluso y que tanto dolor le había causado.

Dejó que el tiempo pasara mientras disfrutaba de su compañía, sus caricias y sus cuidados. No quería que hablaran del pasado por miedo a que desenterrar todos esos recuerdos, los terminara por ahogar a ambos y el perdón fuera incapaz de surgir con la intensidad requerida. Rafael quería perdonarla, pero no sabía si podría hacerlo. Entonces mientras la vida le regalaba una hermosa oportunidad de volver a vivirla, él se relajaba y la dejaba entrar lentamente a su mundo, iba viendo, reconociendo a la mujer que un día amó e intentaba encontrar lo que quedaba de la chica que él conoció.

Se encontró entonces frente a una versión de Carolina mucho más bella y admirable que la que él conoció años atrás. Era una mujer fuerte, segura de sí misma, que había aprendido de los errores cometidos y había sorteado todos los obstáculos que la vida había puesto en su camino... Se dedicó a admirarla durante todos esos días mientras disfrutaba los pequeños contactos que tenían y las conversaciones triviales.

Cuando finalmente ella exigió la tan esperada conversación, él supo que no podía negarle aquello. Había pasado demasiado tiempo desde que se reencontraron y el futuro no marcaría su rumbo si primero no era solucionado el pasado. Así, con miedo a lo que podría escuchar y sentir, con miedo a volver a revivir el dolor que tanto le había costado sepultar, Rafael aceptó aquel fin de semana de conversación que se convirtió en algo más que eso.

Lo que tengo para ti © (#3)Where stories live. Discover now