17. Lanzamiento

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Carolina estaba nerviosa, caminaba de un lugar al otro, sintiendo su corazón latir acelerado mientras observaba la pila de libros —con su nombre— organizada ordenadamente. Aún faltaban cerca de cuarenta minutos para que la gente comenzara a llegar y el tiempo parecía haberse detenido. Se dirigió al montículo de libros y los observó atemorizada, en ese mismo instante y con los muchos libros de diferentes autores reconocidos que dominaban las estanterías de la librería, el suyo le parecía muy poca cosa... algo muy propio de una novata. Se preguntó quienes lo leerían y qué podrían llegar a pensar.

—¿Amor? ¿Todo bien? —preguntó Rafael acercándose y enredando su brazo derecho en su cintura. Luego plantó un beso en su frente.

—Nerviosa... muy nerviosa. ¿Y si a la gente no le gusta? ¿Si el libro no logra expresar nada? ¿Y si no es tan bueno como me pareció en un principio? ¿Y si...

—¿Caro? —la interrumpió haciéndola girar con suavidad para que lo mirara.

—¿Mmm? —murmuró la mujer tratando de enfocarse en su mirada y dejando de lado sus temores.

—¿Para qué y para quién escribiste el libro? —preguntó sonriendo con tranquilidad.

—Para transmitir mi experiencia y dar esperanza a la gente con vidas difíciles... Y lo escribí para mí y para ti —murmuró al final.

—Entonces no hay qué temer, mi amor. A mí me ha encantado, y a ti te ha servido para sacar de dentro todo aquello que te atormentaba. Estoy seguro que habrá personas que amen tu libro, y quizá también habrá alguien a quien no le agrade... pero eso no importa, eso solo quiere decir que ese libro no era para esa persona. Las personas que lo sepan leer, que sepan disfrutar de tus letras y a través de ellas acceder a tu mundo, las personas que sepan escuchar lo que quisiste contar y lo aprecien, esas personas serán tus lectores y tu libro estará escrito para ellos también. Deja de temer y siéntete orgullosa de ti como yo lo estoy... ¿Recuerdas cuando esto era un sueño lejano? —preguntó tomando uno de los libros apilados en el montículo, Carolina asintió sonriendo—. Pues bien, ya es una realidad, ¿lo ves? —dijo hojeándolo, palpándolo y luego pasándoselo.

—Gracias —susurró Carolina abrazando a Rafael y besándolo fugazmente en los labios. El hombre la rodeo también y acarició su espalda con cariño a modo de masaje para que se relajara.

—No me des las gracias, no hay por qué —sonrió—. En un rato más la gente empezará a llegar y tu estarás firmando esos libros y yo me quedaré a un lado observándote acariciar tu sueño... y estaré feliz de ser testigo de esto. Creo que soy yo quien debe agradecértelo. 

—Te amo tanto —susurró ella aferrándose con más énfasis a su cuerpo. Fue en ese momento en el que recordó lo que posiblemente estuviera sucediendo en su interior y sonrió, aún no sabía cómo sentirse al respecto y con todo el trajín y los preparativos de aquel día había intentado no pensarlo, sin embargo en ese momento sintió que no había nada más hermoso que tener un hijo de Rafael, uno que los uniera de por vida, que sellara ese amor tan intenso con pura vida.
Rafael por su parte se zambulló en su aroma, la sentía allí entre sus brazos tan similar a la jovencita que un día fue, temerosa, asustada y a la vez fuerte y luminosa. La amaba con locura, amaba cada una de las facetas de aquella increíble mujer, su mujer. 

Lo que tengo para ti © (#3)Where stories live. Discover now