26. Madre

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Aquella mañana Carolina se despertó con un presentimiento, algo no se sentía bien... y lo supo al instante cuando el líquido le empezó a chorrear entre las piernas y pronto la cama estuvo completamente mojada.

—¡Rafa! ¡Rafa! —gritó asustada y él despertó adormilado.

—¿Mmm? —Se incorporó sintiendo algo de humedad en la sábana.

—¡Estoy... He roto fuentes! —gritó asustada levantando la sábana que la cubría para observar sus piernas empapadas.

—¿Qué? ¿Cómo?... No, no puedes... es prematuro aún —dijo Rafael asustado.

—Lo sé, pero mira —dijo ella señalándose a sí misma.

Asustado Rafael se levantó y corrió sin rumbo de un lado al otro, sin saber qué hacer. Carolina se levantó también y se vistió como pudo.

—¡Vamos, vístete! ¡A la clínica! —ordenó ella y entonces Rafa dejó de girar desorientado y se vistió.

Antes de salir despertaron a Taís le informaron lo que sucedía, ella asustada quiso ir con ellos pero Rafael le pidió que hiciera un bolso para llevar al hospital, después de todo aún no habían preparado aquello. Carolina estaba de treinta y cinco semanas y no esperaban a la nena hasta dentro de unas cuantas más. Taís asintió y fue a la habitación a buscar las cosas que supuso necesitaría poner en el bolso de la recién nacida. Pero una vez allí se dio cuenta de que no tenía ni idea de qué eran esas cosas, así que no le quedó otra que meterse a páginas de google y buscar.

Carolina y Rafael llegaron a la clínica justo en el momento que ella empezaba a sentir las contracciones. La revisaron en la urgencia y la derivaron a sala de partos cuando dedujeron que ya estaba en labor. Ella estaba asustada pues temía por su beba, sin embargo todos la trataron muy bien e intentaron tranquilizarla. Rafael alcanzó a llamar a Berta antes de que lo llevaran para acompañar a su mujer. Berta se sorprendió, ellos pensaban viajar en un par de semanas pero pronto se pusieron en campaña para poder volar lo más rápido posible. La mujer se lamentó el no estar en ese momento junto a su amiga y ya casi hermana.

Fueron cuatro horas las que necesitó la nena para ver la luz del mundo. Dejaron que Carolina la viera y la cargara un rato, pero luego la llevaron a revisarla. Ella no quería, quería que la dejaran con ella, que le permitieran amamantarla lo más pronto posible, Berta le había explicado sobre la importancia de esos primero minutos. Sin embargo, era prematura y los médicos no podían arriesgarse.

Carolina fue llevada a una habitación, estaba agotada y preocupada por la pequeña. Sin embargo solo un rato después —tiempo que ella no supo precisar en ese momento—, el pediatra neonatólogo que recibió a la nena vino a avisarles que estaba bien, la tenían en observación para controlar que todo marchase en orden, pero estaba respirando sola y pesaba dos kilos novecientos. Si en breve seguía todo en orden, la traerían junto a su madre y no requeriría terapia intensiva.

Lo que tengo para ti © (#3)Where stories live. Discover now