15. Aprendizaje

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Los malestares no duraron más que un par de días y Taís fue sintiéndose un poco mejor, aunque los mareos y alguna que otra incomodidad aún la tenían alterada y la regla no volvía, fue intentando atravesar los días sin pensar demasiado en lo que po...

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Los malestares no duraron más que un par de días y Taís fue sintiéndose un poco mejor, aunque los mareos y alguna que otra incomodidad aún la tenían alterada y la regla no volvía, fue intentando atravesar los días sin pensar demasiado en lo que podría estar sucediendo en su interior, después de todo —y aunque sabía que no era lo correcto— ignorar la situación le daba una falsa sensación de paz que había decidido estirar lo más que pudiera.

Rafael y Carolina estaban en una nube de amor como si nada existiera fuera de ellos, y a Taís aquello le parecía divertido y refrescante, era como si fueran dos chiquillos enamorados... los mismos que una vez fueron. Disfrutaba de ver la sonrisa de Rafael cuando recibía un mensaje o de verlo salir de la habitación en donde estaban juntos en busca de privacidad cuando sonaba el timbre que tenía asignado para Carolina, todo eso la hacía sentir feliz.

Aquella tarde mientras observaba a Rafael sonreír como tonto mirando el celular se puso a pensar en todo el tiempo que había pasado desde que él empezó a leerle su historia y cómo se fueron dando las cosas. Recordó todo el dolor que tuvo que pasar y lo que le costó soltar todo para luego reencontrarse con ella cuando al fin creyó que había superado el pasado. Taís pensó acerca de lo maravilloso que fue su tío en ese momento y cómo se había comportado como todo un caballero tratando a Carolina de la mejor manera e incluso perdonándola sin exigir explicaciones aun cuando todos parecían estar en su contra... o al menos ella. Y finalmente cuando todo parecía solucionarse, fue él quien cambió el rumbo de su propia vida cometiendo un montón de errores que luego a Carolina le tocó perdonar. Y ella se lo había dicho una vez cuando la aconsejó, le había dicho que no fuera tan dura con Rodrigo pues ella un día sería la que se equivocaría y a él le tocaría perdonar.

Taís reflexionó sobre aquello... y observó fijo a Rafael que levantó la vista para verla.

—¿Qué tanto me miras? —preguntó y la chica sonrió.

—Estoy pensando en cuantas lecciones de vida me dieron Caro y tú —añadió.

—¿Lecciones de vida? —inquirió Rafa frunciendo el ceño confundido y Taís solo asintió.

—Me enseñaron muchísimas cosas... aprendí que el perdón es fundamental en una relación porque nadie es perfecto... y que si el amor que sentimos por alguien no es lo suficientemente grande para perdonar sus errores, no es un amor de verdad, es un amor egoísta...

—No existen los amores egoístas, Taís. Porque el egoísmo no es compatible con el amor. El amor se da por completo y el egoísmo se guarda todo para sí.

—Pero todos somos en cierta forma egoístas, papo —añadió la muchacha.

—Lo somos, sí... pero cuando amamos de verdad intentamos darnos. Y no solo me refiero a la pareja; tú por ejemplo, ¿cuántas cosas has hecho por mí, para que yo fuera feliz? ¡Cómo me cuidaste cuando estuve enfermo!

—O tú —añadió Taís sonriendo—, cuando decidiste traerme a vivir contigo y tomar una responsabilidad tan grande que podías haber eludido...

Lo que tengo para ti © (#3)Where stories live. Discover now