Capítulo 2

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 Mis tíos hicieron una cena con invitados la noche después de mi primer día. Yo solo quería encerrarme en mi habitación y estudiar, pero cuando se lo dije a mi tía, su grito de espanto fue bastante ensordecedor, no tuve de otra que dar un paso atrás con mi decisión.

Esperaba una vida más tranquila al vivir con mis tíos. Una cena con gente que no era de mi agrado, no sería mi ideal de "tranquilidad", más aún con mi prima hostigándome cada diez minutos para saber que estaba haciendo e informándome que su vida era, en palabras textuales «Tan aburrida», a veces pensaba que ella creía que soy una especie de mascota, alguien con quien podía jugar y hacer lo que se le plazca.

Me estaba vistiendo mientras escuchaba el álbum Under My Skin de Avril Lavigne en el celular que me regaló mi tía, quería estar más comunicada conmigo por cualquier emergencia.

Me acerqué al espejo que había al lado de mi cama y miré mi estado hasta el momento. Mi cara y cabello castaño rojizo se veían igual que siempre... solo que era la primera vez que me peinaba en mucho tiempo y mi palidez iba justa para mi vestido negro, casi al punto de parecer muerta.

Agarré los aretes de la mesita de noche y empecé a ponérmelos, me los había obsequiado mi tía. Eran azules y bastante llamativos, apenas los vi, me encantaron.

—Celina —canturreó Jessi desde el pasillo y me apresuré para colocarme los aretes.

Me levanté al apreciar que mi puerta se abría. Entró Jessi con un vestido negro, muy escotado y brillante, le llega a las rodillas y está más pintada que un payaso, me echaría a reír si mi vida no dependiera de ella y sus padres.

Ella me miró de arriba a abajo y su cara de asco no me pasa desapercibida.

Un vestido negro y simple. Es holgado y me llega a las rodillas. La espalda es abierta y es todo menos llamativo. Mi pelo esta desatado y mi cara no tiene ni una pizca de maquillaje, me gusta usarlo, solo en momentos que me sintiera con ánimo, pero cuando entró Jessi apenas tenía ganas de respirar. Las esperanzas de acostarme y dormir me estaban llamando en ese momento.

— ¿Quién te dio ese vestido tan feo? —preguntó tan simpática como siempre.

Mi madre. Es de lo poco que pude llevarme de ella sin que estuviera roto o muy percudido para ser salvado y lo amaba, aunque gente como ella no lograra entenderlo. No sabe lo que es amar algo por lo que representa que por lo que aparenta. A sus ojos es un simple vestido, a los míos es lo que uso mamá en su baile de graduación.

— ¿Qué quieres Jessi? —pregunté en un suspiro y me senté en la cama. Moría de ganas de tener una cerradura por fin. Mi tía dijo que informó que ya había llamado y que en menos de una semana podría tener mi privacidad.

Nunca tuve cerradura en casa, pero nadie entraba a mi habitación, nunca. Mi mamá, se la pasaba acostada en su cama, encerrada por mi padre cuando se iba a trabajar a la fábrica de vidrios o algo así, nunca hablábamos así que no podía saber con certeza a que se dedicaba para comprar únicamente cerveza. Una vez me trato de ladronzuela porque tomaba dinero de su cartera cuando estaba tan borracho como para despertarse. La sacaba delicadamente de su bolsillo para comprarle comida a mi mamá.

Recuerdo el golpe que recibí de su parte, le dije que, si volvía a tocarme, iba a denunciarlo y por primera vez vi miedo en los ojos de ese hombre. Uno pensaría que saltaría aún con más ira sobre mí, pero como ya fue acusado de robo a mano armada unas... Dos veces, si tenía una infracción con la ley, una vez más, no salía de la cárcel. Por eso desde ese momento me dejaba treinta dólares en la mesa, podía comprar poco y nada, pero servía para alimentar a mi madre y si alguna vez sobraba, a mí. Por eso busqué refugio en los brazos de mi tía, quería estudiar y una vez que terminara la preparatoria y sea mayor, iba a buscar a mi madre y trabajar tiempo completo para mantenerla. No dejaría que extraños la tengan.

No confíes en mí © (Terminada)Where stories live. Discover now