Capítulo 21

22.4K 1.5K 191
                                    

Son las cinco de la tarde y él me trajo al centro de la ciudad. Desde que llegué tuve interés en conocer el lugar y es espectacular. Los parques son inmensos, pulcros y está lleno de mercados de artesanía. Me encanta.

Donovan y yo hablamos todo el día, o mejor dicho, yo hablé todo el día y recibía respuestas de no más de cinco palabras. La cuestión de todos modos, es que la estoy pasando mejor de lo que creía aunque mi acompañante sea un total parco.

Además, noto como está a una distancia considerable de mí y estoy aliviada por ello, no me ocurren cosas deseables cuando invade mi espacio personal.

— ¡¿No te gusta el algodón de azúcar?! —grite mientras salíamos de la galería a la cual le suplique a Donovan entrar. Opuso resistencia, pero al final tanto lo molesté que no tuvo otra opción. Era eso o matarme.

—Eres gritona, ¿Lo sabías? —Dijo con sus manos en sus bolsillos y caminando hacia la siguiente calle. Estoy al lado suyo y es raro tener que levantar la cabeza para poder verle la cara, es dos cabezas más alto que yo.

—Sí, sí, ahora responde —Le pedí expectante por su respuesta. No sé a qué vino el tema pero hable de tantos que no se a que llegó este. Me gusta de sobremanera hablar, y hace mucho no lo hacía de esta forma, pero hoy no sé si es por los nervios o por mi capacidad de no cerrar la bocota.

—No, bueno, es decir nunca probé...

—No... ¡No puede ser! —volví a saltar sorprendida antes de que terminara lo obvio— ¡¿Nunca probaste un algodón de azúcar?!

—Muy. Demasiado gritona e impresionable —Siguió diciendo ignorando mis gritos. Vale, soy exagerada, pero no debería existir un ser humano al cual no le guste uno de los mejores placeres que pueden conocerse

—Cállate y ven conmigo —Tome inconscientemente su muñeca y lo guíe hacia donde quería que fuéramos. Cuando se dio cuenta hacia dónde nos dirigimos, bufó.

— ¿Es en serio, Alicia?

—Que te calles

Cuando entramos el lugar estaba lleno de niños pequeños comiendo sus conitos de helado con sus padres y comprando dulces. Donovan gimió como si lo estuviera torturando. Golpee su hombro para que se calmara y lo hizo por dos segundos hasta que se dio irse de nuevo hacia afuera. Tome su chaqueta para retenerlo y estuvimos en una batalla de fuerza hasta que un niño se acerco a nosotros con su cono de helado mirándonos expectantes.

— ¿Qué ves? —gruñe Donovan en tono borde al niño.

—Mama dice que tienes que ser bueno con las niñas —El chico no debe tener más de seis o siete años. Yo sigo sin soltar a Donovan y él no para de tratar de irse.

—Ella no es una niña —Larga mientras trata de batallar conmigo.

— ¿Seguro? Tiene globos

Y allí ambos nos quedamos congelados, nos miramos y Donovan volvió la vista al niño con expresión burlona.

— ¿Globos? —Preguntó el imbécil interesado en la respuesta del niño.

—Sí y más grandes que los de mi mamá —No puedo evitar ruborizarme. Mire otra cosa tratando de no prestar atención a la conversación más vergonzosa de mi vida.

—Es travesti —Suelta Donovan y yo como reflejo a sus palabras, golpeó su cabeza. Él se encoge por mi golpe, pero levanta la comisura de su labio como si esto le pareciera divertido.

—Muérete —Susurro cerca de su oído y él suelta una carcajada. Cuando estoy dispuesta a irme, me toma de la muñeca deteniéndome.

—Solo un algodón de azúcar y ya —Se encoge de hombros y yo me acerco un poco más. Lo logré.

No confíes en mí © (Terminada)Onde histórias criam vida. Descubra agora