1. Imán de problemas.

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La orientadora Hemmings me observaba con una sonrisa de oreja a oreja, algo que la favorecía enormemente; en general, solía ser una persona amante de los sermones y un indudable narcisismo respecto a «lo buena que era desempeñando su oficio».

—¡Me ha encantado tu ensayo, es fantástico! —exclamó sin perder su alegre expresión—. ¿Ya se lo has mostrado a Sophie? Seguro le habrá encantado. Vaya, poseer el apellido Adams conlleva recibir talento para escribir.

Las comisuras de mis labios se alzaron levemente, no pude evitar ruborizarme, los halagos producían ese efecto en mí.

—Solo mi madre y mi hermana lo tienen. Me parece que heredé la afición de mi padre por la programación, aun así, me alegra mucho que tanto a usted como a Sophie les haya gustado —me limité a reír al evocar el recuerdo de la videollamada que tuve con Sophie, se emocionó tanto que estuvo al borde de las lágrimas.

—Y cuéntame, ¿cómo ha estado mi mejor alumna? La extraño, solíamos llevarnos muy bien —Hemmings parecía convencida de lo que decía, eso volvió a hacerme gracia, pero no reí. Según mi hermana, lo único que podría agradecerle sería haberle presentado a Dante. «Fuera de eso, no ha hecho nada por mí, nunca me agradó», habían sido sus palabras.

—Ella está bien. Hace poco consiguió un trabajo de medio tiempo en una editorial. No dudo en que podrá graduarse con honores —levanté la barbilla con orgullo—. Acerca de Dante... —La expresión de Hemmings cambió totalmente, como si lo que iba a contar fuera lo más interesante del mundo—. Él estudia química, oí que quiere volverse maestro.

—Antes estuvo a punto de repetir por esa materia. ¡Qué curioso! —ella rio—. ¿Y An y Nick siguen juntos? ¿Coraline y Alexis? Ellos no salían, pero supongo que luego lo hicieron, ¿no? —Sus ojos brillaban, noté cierta aura nostálgica. Habían pasado cuatro años después de todo.

—An está estudiando diseño de modas, Nick juega fútbol soccer en el equipo de la universidad mientras estudia música. Ellos viven juntos. Sobre Alexis y Coraline, me parece que estudian en la misma universidad, son muy reservados —me mordí el labio, tal vez le conté demasiado. Me dije que no importaba porque fue su orientadora a fin de cuentas.

—Oh, han crecido mucho. Todavía recuerdo cuando vinieron a pedirme ayuda para crear su club. No estaba muy convencida, pero Dante se salió con la suya. Ese chico es terco cuando se lo propone. Consiguió estar con Sophie al final, ¿no? —Ambas reímos. Me encantaba que la orientadora o el resto de maestros me hablaran del pasado de mi hermana, al parecer, su grupo de amigos siempre fue interesante, incluso desde antes de que ella se uniera.

—Bueno, tengo que irme. Fue un placer hablar con usted —dije mientras me levantaba y recogía mi mochila del suelo. Alcé la vista cuando escuché la voz de Hemmings.

—Diles que si vienen de visita, me alegraría mucho saludarlos —extendió una sonrisa cálida, aunque no había dejado de hacerlo durante toda la conversación, en realidad. Asentí, acto seguido, cerré la puerta detrás de mí.

Se supone que Tanner me estaba esperando para regresar a casa, me pregunté dónde estaba, revisé mi celular rápidamente y él había escrito que estaba cerca del aula de literatura, quería pedirle permiso al presidente para llevarse un par de libros. Me dirigí hacia ese lugar donde lo encontré sosteniendo una pequeña pila de ejemplares acompañado por Kira, simulaban divertían porque no paraban de reír.

En el momento en que se percataron de mi presencia, él dejó los libros en las manos de la chica y corrió a darme un abrazo, el cual correspondí con gusto.

—Hola, cariño, ¿cómo te fue con Hemmings? —Tanner estaba deslumbrante como siempre. Su cabello rubio peinado despreocupadamente mezclado con su cuerpo atlético, estatura impresionante y hermosos ojos azules que no pasaban desapercibidos.

Esta secuela es un desastre [OCRA #2]Where stories live. Discover now