13. Estoy cansada también.

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Aquel viernes diecisiete de abril, Tanner celebró con sus padres, su hermano menor, Kira y yo. Nick no pudo venir, pero se aseguró de enviarle un regalo. Todos le habíamos comprado los videojuegos y libros que desde hace mucho tiempo quería. 

La fiesta que organizó se realizaría hoy, el sábado en la noche. Cuando le pregunté a quien invitó, contestó que probablemente la escuela entera vendría. «Este cumpleaños será en grande» había dicho. Quise enterarme del motivo, sin embargo, Tanner se esforzó por mantenerlo en secreto. 

En este momento estaba ayudándole a acomodar las cosas que compramos. 

—Recuérdame otra vez, ¿por qué tus padres y tu hermano menor se fueron a casa de tus tíos? ¿Quién permite que un chico de diecisiete años haga una fiesta sin supervisión? Te prohibieron tomar alcohol, ¿no?

—Bueno, sabes que a Jayden le altera el ruido y no querían dejarlo solo en casa de mis tíos. Sobre el alcohol, soy menor de edad, no puedo comprar. Además, soy un chico sano, Suri.

—Colen, el líbero de tu equipo, me envió un vídeo de la última fiesta del club de voleibol. Un chico de tercero les llevó alcohol y por lo que vi no eres muy tolerante que digamos —alcé una ceja, en son de burla.  

—Lo obligaré a correr cinco vueltas más como castigo, es un traidor. 

—No, olvídalo, prometo no volver a mencionarlo —comencé a reírme. 

—Bien, pero lo regañaré —declaró Tanner—. No creo que compren alcohol, en dado caso que sí, me aseguraré de que solo las personas de último año tomen. 

(...)

En menos de tres horas, la casa de Tanner estaba repleta. En el patio, la gente conversaba tranquilamente porque el ambiente no era tan ruidoso como adentro donde la gente bailaba, tomaba y reía. Tanner, luego de percatarse que no podía hacer mucho, se rindió, y ahora estaba bebiendo quien quisiera. Los chicos de tercero del club de voleibol habían comprado todo tipo de alcohol, se comprometieron a quitárselo a quien se sobrepasara, y como solían ser confiables, Tanner se tranquilizó. 

A Kira la había visto hacía más de una hora y Tanner desapareció de un instante a otro, ahora me hallaba caminando sola. Algunos chicos me pidieron bailar, los rechacé a todos y no sabía por qué. Bueno, conocía la razón, Lance. Se supone que él ya debería haber llegado, sin embargo, no estaba por ninguna parte. Dejé de buscarlo cuando me encontré con Matteo y Emilia. 

—¡Qué bien se ven! Los italianos comen o beben algo especial, ¿verdad? —pregunté, analizándolos de pies a cabeza. En la escuela, usábamos uniforme, y aun así lo lucían como si fueran modelos, con ropa normal eran todavía más atrayentes. 

Molte grazie, quizás sea la pasta y el vino —bromeó Emilia. 

—Tú también te ves molto bella —halagó Matteo, me ruboricé a la vez que me alegré de que supiera apreciarlo. Me hice rizos, elegí un vestido a la moda y maquillé un poco. Solía hacerlo normalmente, pero esta vez me esmeré. 

Hablamos un rato sobre la escuela, su estancia en el país e incluso les comenté sobre Dante porque acostumbraba relacionar Italia con el novio de mi hermana. Cuando la conversación cambió a la relación de Lance y Grace, inventé una excusa y me fui. 

Alrededor de quince minutos después, escuchaba una canción de «Our Beat» y movía la cabeza de lado a lado en el momento en que Dae apareció en compañía de Monnie. 

—¿Por qué estás sola, Suri? —inquirió ella—. ¿Dónde están Tanner, Kira o Lance?

—A ellos los perdí de vista y a Lance no lo he visto en toda la noche. 

Esta secuela es un desastre [OCRA #2]Where stories live. Discover now