26. Anillos de papel.

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La francesa nos juzgaba severamente, visiblemente exaltada porque la reunión se celebraría en pocos días y todavía no habíamos realizado progreso alguno.

—Sophie y Coraline no están en tono —dictaminó, caminando de un extremo a otro de su habitación—. Suri, mantente así. Y, Maggie, eres perfecta, estaría perdida sin ti.

—Estudio en su conservatorio de música, no es la gran cosa. Me alegra poder ayudarte en algo tan importante —ella sonrió. Acto seguido, apartó la guitarra acústica y se acercó a nosotras.

—Quizás sea bueno disminuir el ritmo de la canción. Es un poco frenética, ¿qué opinan? —sugirió Maggie, intentando solucionar el problema.

—Sí, no creo que se pierda la esencia. Está bien, continuemos ensayando —decidió An, obteniendo un suspiro de Coraline y mi hermana—. Entiendo, solo diez minutos —accedió, acomodándose en la cama.

—An, ¿no tienes miedo? —pregunté, recargándome en su hombro. La pelirroja acarició mi cabello, normalmente adoptaba una actitud maternal cuando se trataba de mí.

—Claro que me asusta su reacción —respondió, su voz era casi un susurro—. Hemos conversado sobre esto, y él suele decir que no es bueno apresurarse. Aun así, yo sé que quiero pasar el resto de mi vida a su lado, ¿es malo que me adelante y le pida matrimonio? —Por primera vez, percibí desconfianza en una persona tan segura de sí misma como lo era An.

—Sonará extraño viniendo de mí, estoy consciente de que me consideran la personificación de la razón —asentimos con la cabeza al mismo tiempo, aquello hizo reír a Sophie—. Pienso que si tú lo amas y él te ama a ti, ¿por qué no demostrárselo de este modo?

—Es anticuado pensar que una mujer no puede pedir la mano de un hombre —comentó Maggie.

—Sí, las reglas sociales impuestas existen para romperse —Coraline le dio un golpecito en el costado, instándola a recomponerse. La pelirroja exhaló, soltando el aire que había contenido.

—Por cierto, tengo curiosidad, ¿has comprado un anillo? —cuestioné, tratando de modificar la atmósfera tensa.

An palideció.

—Angelette Boissieu, ¡necesitas un anillo! —regañó Sophie, apuntándola con el dedo.

—¿Es imprescindible entregárselo? —hizo un puchero—. Me casaría con Nick en cualquier lugar, fecha, circunstancia. ¡Un anillo no se compara al amor que le tengo! —dramatizó, cruzándose de brazos.

Me tranquilicé ya que la extravagancia característica de An había regresado, siendo un atributo fundamental para llevar a cabo el plan relacionado a uno de los momentos más cruciales de su vida.

(...)

El padre de An, Étienne, organizó una fiesta en el jardín trasero de su casa con motivo del regreso de sus hijos de la universidad. Solamente Maggie, Coraline, Kira, Sophie, An y yo sabíamos que nos estaba cubriendo en nuestra mentira piadosa.

—Angie, cásate conmigo.

La francesa se volvió hacia el hermano menor de Nick—: Jayden, soy novia de tu hermano.

—No soy celoso —respondió, tomándola de la mano—. Puedo ser el oficial y a Nicky no le molestará, ¿qué dices? —inclinó la cabeza, analizándola con expectación.

—Tengo veinte años, tú tienes catorce...

—¿Te meterían a prisión? —Jayden parecía mortificado, cubriéndose la boca con ambas manos—. Estudiaré derecho y te sacaré, lo prometo.

Esta secuela es un desastre [OCRA #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora