VII

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Paolo cocinó unos esponjosos hot-cakes mientras Charlotte se pasaba de ser la hija de papá a Charlotte Lennox, fiestera en exceso. Todo este proceso lo hizo acompañada de la música a todo volumen que escuchaba el chofer, con un poco de suerte los vecinos no llegarían a quejarse del ruido que hacían. Charlotte tarareaba las canciones al tiempo que sacaba del armario los posibles conjuntos, una vez más estaba sin maquillaje y únicamente vestida con la ropa interior.

La cama, como la de muchas chicas, estaba repleta de ropa; uno no podía sentarse sin correr el riesgo de sentarse encima de una prenda, uno preferiría quedarse parado antes a arruinar una de las blusas sagradas de Charlotte que esperaban la decisión final de su dueña. Esta agarraba una blusa y se ponía frente al espejo de cuerpo completo a contemplar su reflejo. El noventa por ciento de las veces regresaba al armario, decepcionada por no encontrar algo que le convenciera. Casi al final decidió elegir primero el pantalón y, de acuerdo con él, elegir la parte de arriba.

—Perfectísimo —se dijo frente al espejo.

Había optado por unos jeans pegados oscuros y con rotos en los muslos. Minutos después agarró el top predilecto para la noche, negro con tela de encaje hasta justo antes de llegar al pecho, marcado con forma de las orejas de corazón. Encima se puso un collar plateado con un medallón con la forma de alas de ángel.

Dos golpes en la puerta.

—Pasa.

—¿Se puede saber con quién planeas escaparte? —bromeó Paolo al verla muy metida en embellecerse con tanto cuidado.

—Con nadie, hoy no. Mi padre no me ha colmado la paciencia, creo que puedo esperar un poco más —sonrió a su yo con el pelo recién planchado.

Realmente no lo necesitaba en condiciones normales, pero ese día no lo era. Se gastó todo lo que le quedaba de sus cremas alisadoras cuando se hizo el arreglo para la cita fallida con Oliver Scott, entonces se vio obligada a plancharse el pelo muy en su contra, pero no planeaba presentarse con las ondulaciones naturales de su pelo.

—¿Miel de maple, de abeja, Nutella, cajeta...? ¿Qué quieres?

—Miel de abeja y Nutella, por fi —dijo viéndolo a través del espejo. Se escuchó raro, tenía una liga en la boca y ambas manos ocupadas en peinar su cabello castaño claro.

—No tardes, se va a enfriar todo —advirtió, Charlotte hizo un gesto con la mano que bien pudo haber sido interpretado como "si, si".

Bien hizo al no maquillarse antes de cenar, por ponerle mucha Nutella terminó manchándose la boca y sus alrededores. Se puso roja cuando Paolo se rio y le señaló ahí donde tenía el chocolate, se restregó la servilleta hasta que casi se ponía roja su piel. Se vería en el espejo con preocupación por la manchita roja que no parecía querer salirse de su piel y maldeciría para sus adentros antes de aplicarse el maquillaje, dejando la manchita fuera de la vista.

—Perfecta, bonita y puntual —dijo saliendo su habitación completamente arreglada. Se había hecho una cola alta y calzaba unas botas negras con hebillas. Sobre los hombros tenía la chaqueta de William, esperaba verlo esa noche con el pretexto de regresarle la prenda. ¿La verdad? Ese chico la divertía, ese pequeño detalle lo hacía diferente a los otros seres humanos de su sexo.

—Puntual no lo creo. ¿A dónde te tengo que llevar? —descolgó su chamarra y las llaves de la Suburban.

—153 OakHill, casa de Priscila. No creo que nos perdamos, debe de haber mucho ruido y personas borrachas para esta hora.

—No exageres, no pasan de las nueve, apenas han de estar llegando.

Y no se equivocó. En la entrada se encontró con Felicia, como de costumbre su gusto por la moda se reflejaba en su atuendo. Ambas se dieron el visto bueno, tampoco era como si fueran a regresar a casa y cambiarse en el caso de que a la otra no le gustara. Recibían miradas lascivas de todas las direcciones, tanto de gente sobria como ebria. Charlotte ya estaba acostumbrada, eso no quitaba el hecho de que unas eran tan penetrantes que la incomodaban. Cuando eso sucedía se perdía entre la gente.

Piedra, papel o besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora