XII

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  • Dedicado a los lectores
                                    


William se lo pensó dos veces antes de contestar. ¿Qué sucedería si le dijera? ¿Qué cambiaría? Charlotte, se dijo William, seguramente estaba acostumbrada a confesiones de tíos y a todos, por lo visto pues no tenía pareja formal, los había rechazado. ¿Cuántos de ellos seguirían estando en contacto con ella? Will había visto la amistad que mantenía con su ex, si lo seguía viendo y llevándose con él, entonces podrían tener una oportunidad para seguir con la relación que llevaban... o hacerla llevar a otro punto.

Lottie esperaba una respuesta, había dejado de luchar por terminar ese abrazo, no le molestó sentir que Will jugaba, inconscientemente, con su pelo castaño. En parte ya se había comenzado a acostumbrar a que jugara con él, al igual que a su tacto, su presencia y su aroma personal. Un día en la escuela sin William no sería día para ella, simplemente horas corriendo sin parar. Las pupilas de Will se dilataron al darse cuenta del lugar donde estaban sus manos, enseguida soltó el mechón que tenia entre los dedos y bajó la mirada a Charlotte.

Los labios de Charlotte se movieron, aunque Will no pudo escuchar las palabras, sabía que estaba llamándolo por su apodo y repitiendo la pregunta con su voz tranquila.

¿Qué responder? ¿Confesar o no confesar?

Respiró profundamente.

—Un corazón que late a esta velocidad está profundamente enamorado de la chica a quien los ojos ven —dijo tomándola por las mejillas, que se sonrojaron un poco—. Negarlo sería como decir que no he disfrutado cada beso, que no me vuelves loco, que tus ojos no me llevan a otro mundo, que tu presencia no es lo único que necesito y que no estoy dispuesto a perder esta apuesta únicamente para darte tu piedra brillante en un anillo —para ese momento estaba radiante, le importaba poco si Charlotte correspondía sus sentimientos. Decirlos dejaba una felicidad inmensa dentro de él—. Así que, Charlotte, esto sí es una confesión.

—W-W-William... —tartamudeó, estaba sin palabras. Su sangre burbujeaba, su cabeza daba vueltas ¿Qué se suponía que debía de responder a unas palabras tan bonitas, cargadas con los sentimientos de un chico como Will?

Su mente le decía que se hiciera a la fuerte, rechazarlo, hacer que siguiera luchando hasta demostrar que el significado de las palabras era real. Su corazón gritaba que no escuchara a la mente, que aceptara de una vez por todas, una confesión tan sencilla y bonita no se repetiría, nada garantizaba que William volvería a hablar en voz alta de sus sentimientos. Oh, Charlotte, ¿a quién le haría caso?

—Corresponder a sentimientos tan sinceros sería un honor —hizo una pausa. William pensó, con alegría, que Charlotte daría el siguiente paso. Una cosa se le olvidaba a Will—. Aceptar tus sentimientos como iguales a los míos, en este momento, sería perder una apuesta sin haber visto todo lo que puedes hacer para conseguir que ser mi príncipe con todos los títulos posibles. ¿Entiendes a lo que me refiero? —acercó su boca al oído del muchacho y susurró una pregunta capaz de llevar a cualquiera al más allá por el ataque de felicidad al corazón que le daría—. ¿Has entendido el significado entre líneas?

Antes de alejarse completamente de su rostro y de su cuerpo en general, le dio un beso en la mejilla.

William la dejó ir, sin saber exactamente como debía de sentirse. Entendió perfectamente el significado de las palabras de Charlotte. Le dio un sí, pero no. Sí, porque había puesto sus sentimientos al mismo nivel que los de él. No, porque quería que William le demostrara hasta donde podía llegar para ser su "príncipe". ¿De no haber hecho la apuesta ella, ella hubiera admitido lo evidente? Entonces, él no tendría las ganas de darle la piedra... El castaño se pasó la mano por el pelo, despeinándolo. Bueno, demostrarle cuanto la quería no sería nada difícil.

Piedra, papel o besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora