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Una persona común y corriente, con una buena relación paterna y un buen contacto con su familia materna, no se hubiera extrañado de ver a las dos figuras con mayor poder en su vida esperándola en las puertas del colegio. En catorce de febrero, el día que se suponía que era únicamente para ella y su novio, William, no Scott. Una joven de su edad no brincaría de emoción ni correría a su encuentro, tampoco saldría corriendo. Se acercaría con naturalidad, diría" hola" y vería qué hacen esas dos personas paradas en la entrada de su escuela, lo más probable sería que fueran a tener una comida. El problema residía en que la relación padre hija era casi nula, por no decir que nunca fue buena, y la relación abuela nieta, aunque no estaba tan dañada, no era frecuentada como debía.

Intercambió una mirada curiosa con William. El semblante del muchacho se mantenía tranquilo, nada delataba en su apariencia algún tipo de nervios o temor. Will le dio una palmadita en la espalda, animándola, demostrándole que seguía allí para ella. ¿A dónde iría de todas formas? En la lucha por ser reconocidos como una pareja oficial, tenía que mostrar el mayor interés y amor hacia la más grande de las hijas de Bernard Lennox. Igual, Daisy lo mantenía en la mira, comprobando que fuera el indicado para Charlotte, al menos por el momento.

Bernard Lennox lo estudió con detenimiento, si sintió la mirada penetrante del hombre, nunca lo mostró. Un baño de seguridad lo cubría por completo. Charlotte se empapó de él, era demasiado contagioso, por no decir necesario. Dio un par de pasos, siempre enganchada al brazo de William, hacia los adultos. Saludó a su abuela, presentó a Will como su "único y verdadero novio", exactamente con esas palabras. Si el padre torció la boca, la sonrisa de su abuela opacó el gesto, pues se mostró muy animada, a pesar de ya saberlo por noticias que le llegaban a raudales. Que decir, ella había visto el numerito montado en Noche Vieja.

—Iremos a comer a Eiffel —dijo Bernard, intentando no sonar muy brusco—. Todos.

Charlotte estaba lista para ser enterrada bajo tierra, dentro de un ataúd y sin nada que avisara a la gente que seguía bien viva. Su abuela le dijo con una sonrisa que todo estaba bien, William no parecía verse afectado. Al contrario, las miradas que intercambiaba con Daisy eran de complicidad. Si tan solo Charlotte supiera lo que pasaba en la mente de ambos... se ahorraría dolores de cabeza. ¡No sabía el plan que traían entre manos! William le había dicho en una ocasión que su abuela iría a hablar con ella... ¿a esto se refería?

Apreciaba mucho los intentos de ayudar por parte de su abuela, pero si no sabía qué tanto conocimiento poseía en lo relacionado a las empresas, su padre y demás, Charlotte no sabría cómo reaccionar o qué decir cuando le pidieran sus opiniones o las palabras que diría cuando hubiera que defenderse por cualquiera de los dos bandos. Aun así no puso "peros" a las palabras de su padre. Un poco de suerte necesitaría. Deseaba que ese fuera el día en que todo terminaría.

Un poco de suerte.

Si no estaba de su lado... suspiró pesadamente, no quería seguir con la insistencia. Dejaría que las cosas se desarrollaran y poco a poco vería qué hacer, se decía intentando creerse sus palabras. En el fondo, dudaba de poder cumplirlas. ¿Por qué? Su autocontrol era limitado, nada le aseguraba no enredarse en una discusión cuando le tocaran el tema del compromiso. Ella defendería su relación con William diciendo que lo que ella quería era a él, no al chico Scott con quien la estaban obligando a casarse... en un futuro.

—¿A nombre de quién está la reservación? —preguntó una señorita, vestida de negro.

—William Gallagher.

Casi a la velocidad del rayo, Charlotte giró la cabeza. Pestañó un par de veces, perpleja. Algo se le estaba escapando de las manos. Las cosas no se estaban desarrollando como esperaba, esto era, que su padre fuera quién reservó la mesa, incluso su abuela hubiera sido aceptable, pero su novio... ¿en qué estaba metido William? Recordaba a William diciéndole que tuvo una plática con Robert, el padre de él. Sin embargo, no entró en detalles. Ahora se encontraban con Daisy y Bernard. La hora no tardaría en llegar, se tocaría el tema tarde o temprano. Eso esperaba Will, ese era el plan de Daisy.

Piedra, papel o besoWhere stories live. Discover now