XV

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En un acto se le rompió el corazón en pedazos. Le dolía mucho allí, donde estaba el órgano vital más importante de todos. ¿Así se sentían todas las personas a las que rompía el corazón? ¿Cómo lo soportaban? Las cosas eran sencillas cuando no se encariñaba con las personas. No le dolía ver a sus frees besándose con otras tipas ni le importaba lo que ellos sintieran cuando ella besaba o se acostaba con otros. Con Will fue distinto, había empezado siendo un chico más del montón. Su insistencia la había llevado a fijarse más en él, para terminar cayendo por él.

Ella estaba a punto de dejarse caer, doblar las rodillas parecía muy sencillo hasta cuando tu interior te gritaba que no lo hicieras. Retrocedió sin darles la espalda, los ojos de Will estaban clavados en los de ella... y no se movía de donde estaba. Sonrió lo mejor que pudo a Will, al pasar a Paulette no pudo evitar darle una mirada envenenada. Paulette dio un saltito y, lo que más le dolió, se escondió detrás de William. De su William.

Un par de pasos más golpeó con alguien. Alzó la vista y se encontró con los ojos marrones de Brad, se apresuró a salir de ahí, lidiando con unas piernas temblorosas y unos pies calzados en unos tacones de muerte. El ex de Charlotte se quedó mirando a William furioso, no sabía qué había hecho, pero no se ve a Charlotte Lennox tan rota todos los días. Porque así estaba, así la habían dejado: rota.

—Si voy yo tras ella no pienso entregártela —dijo Brad, tomando a Will por el cuello de la camisa. Estaba rojo de ira, la sangre le burbujeaba—. La cagaste, William, en serio.

—Ve por ella. Rómpele el corazón más y te rompo el alma—amenazó Paulette con un susurro al oído. William la miró con cara de pocos amigos, de no haber sido por ella y su perfume, nada hubiera sucedido—. Marcelino... lo vi hace rato, si la ve así nos asesinará, eso es seguro.

Le dio un empujoncito. William la miró con confusión. ¿Cuál era el objetivo? No la entendía, lo único que sabía era que Paulette Lennox era una zorra profesional y él había caído redondito. ¿Qué lo había hecho besarla? ¿Qué pusiera sus manos en una zona tan sensible? ¿El perfume que usaba Charlotte? ¡Nada, nada! ¡William, caíste por débil! ¿Qué tanto amabas a Charlotte? No lo suficiente si besaste a su hermana, ¡a su hermana! ¿Hubiera sido peor si besaba a la mejor amiga? Era igual de malo.

—¡Charlotte! —gritaba alzando el cuello para buscar más allá de las cabezas—. ¡¡Charlotte!!

Un destello rojo cachó su ojo. Por su complexión, supo que se trataba de ella. En su intento de llegar hasta la chica antes de que esta saliera del local, se tropezó con la misma borracha con la que habló Charlotte anteriormente y al igual que a ella, le empezó a contar la historia del gato Can, vaya nombre para un gato. Si William se movía a un lado, ella igual. Terminó empujándola hacia un bonche de personas con más fuerza de lo que hubiera deseado.

El guardia le gritó algo al atravesar la puerta. Buscó desesperadamente a Charlotte. A la izquierda la fila seguía extendiéndose y a la derecha el estacionamiento oscuro estaba vacío. Maldijo en voz alta pensando que la había perdido. Golpeó la pared con fuerza, casi ni sintió el dolor que le produjo. El frio era superior. Charlotte regresó a su mente con intensidad, la recordaba esa noche con un vestido muy escotado, ¿se estaría congelando? ¿Terminaría enfermándose?

Un chillido de dolor lo puso alerta. Entonces, habiéndose acostumbrado a la oscuridad, vio una silueta levantándose del suelo con cuidado. Se llevó la mano al tobillo en símbolo de dolor, Charlotte hizo una mueca al comprobar cómo estaba su tobillo, podía moverlo, pero le dolía un poco. Entre el silencio, escuchó los pasos ansiosos de William, miró con discreción hacia atrás. El corazón hizo dos cosas opuestas, gimió de dolor y dio un brinco de alegría. Había ido tras ella. Se dijo que era una tonta al sentirse feliz por ese mínimo detalle después de haberlo visto con Paulette.

Piedra, papel o besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora