Un nuevo mañana [1]

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Saldré y respiraré

el aire denso de tus labios

antes de morir por ellos

un veintitrés de marzo

en una cargada noche

de café y de sentimientos

que ya huelen al rocío

de la mañana y sus adentros,

que me llaman por dentro

en el sonar de la aurora,

y tras su fulgor y cantina

se apaga en el horizonte

marcando un nuevo día.

Que ya mañana es mañana,

y el hoy se ha muerto;

el ayer llora con ojos

gastados y deshechos,

de una tragicomedia

que jamás dio lugar a juego;

donde todos éramos vivos

y todos éramos muertos.


Y los moretones de mi alma

ya quedaron olvidados

entre copas y amistades,

entre amores de verano,

entre risas y verdades

que contrastan lo antihumano.

De sentir tu voz cantando

en mi oreja poesía,

mientras que en mi espalda

llorabas mil mentiras.

Y el destino caprichoso

pone al mundo en su lugar.

Ahora triunfo y soy grandioso,

y tú en nada quedarás.

El mundo entero sabe el pecador,

pero el pecado cae en el olvido,

y sí, es mi último mandato.

El olvido se volvió marchito.


Y ando rimando, sin querer,

porque el corazón así me lo manda.

Y entre las paredes,

entre las cuevas,

de mi alma...

Siento huecos que aún se ahondan.

Cicatrices sin curar,

heridas aún abiertas.

Dolor que me acongoja,

llanto de luna llena.

Pero no temas, querida.

Seguirás en mi recuerdo,

hasta que con alcohol barato

y una sirena

consigamos convertirte

en menos que cero.


Será tal vez la poesía más larga del mundo.

O no, a quién le importará.

El mundo se corrompe,

el amor se comparte

y nadie es consciente del mal.

Se dan besos prófugos

en días cálidos

con el alma fría.

Se dan caricias a un cualquiera,

que te conoce de una hora

y dice estar amándote para siempre;

y después te abandona

en una esquina.

Porque ahora el amor se deshace

a pedazos.

Convertidos los amores en desamores,

y los dioses en mandatos,

no me queda más que decir...

Que en este mundo me he criado.

Pero que seré diferente

y jamás caeré en la tentación...

De rimar a lo rimado,

de sentir escalofríos por amor.

De llorar por una idiota

que no supo amarme como debía.

Y volveré a respirar

el aire de tus labios

un veintitrés de marzo...

En clave de poesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora