Palabras

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Palabras,
eternas balas de plata
que se clavan en la memoria;
en el alma negra y gris
y la convierten en oro de treinta quilates.
Quién tuviera el don de la palabra,
y ser capaz con ella de ahogar el mundo
en un leve suspiro de agonía;
y después consumirlo todo a las cenizas
y hacer borrón y cuenta nueva,
como si las palabras no tuvieran fuerza,
como si fueran meras metáforas
que se diluyen en el espeso mar
de la hipocresía y el raciocinio humano.

Me gustaría ser palabra,
de esas que tienen algo que decir,
sustantivo de poder, de acción,
de actuar en el aquí, el ahora;
y cambiar el tiempo verbal
y construir desde el pasado
un futuro para nosotros
sin tener que cambiar de conjugación
y olvidarnos del nosotros.

Me gustaría ser palabra,
de esas que remarcan lo que es nuestro,
adjetivo de necesidad, de esperanza,
del corazón que se calla y no sabe hablar;
adjetivos mudos, pero adjetivos,
que connoten lo que no denotan,
que denoten lo que no se alcanza;
alejarnos de la mera nieve blanca
y ser polvo de estrellas fulgentes.

Palabra, al fin y al cabo;
como un verbo, adjetivo, sustantivo,
contigo como deixis personal,
en el firmamento, espacial,
y una estructura encuadrada
donde el mero pensamiento
se convierta en un eje cíclico
que se reitera hasta el final del texto
donde ya nada queda que decir;
donde las palabras mueren por un punto
Y final.

En clave de poesíaWhere stories live. Discover now