Capítulo V

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"La confusión es un signo muy sutil de la paranoia."

-Anne Austin

Capítulo V

— ¡Flor!— alguien me sacudió por los hombros.

Abrí los ojos lentamente y vi una cara borrosa, —¿Flor?— Parpadeé un par de veces hasta que mi vista quedó clara —Dios, que difícil es despertarte— Dana añadió inclinándose hacia atrás.

Yo la miré confundida, me esforcé para sentarme y mirar a mí alrededor, dándome cuenta de que estaba en mi habitación.

—¿Qué pasó?— me dolía la cabeza, los recuerdos de la noche anterior llenaron mi mente. La hoguera... Pierce... Lucas... la sangre... él...—Oh, Dios mío... — exclamé, saltando de la cama.

—¿Qué pasa?— Dana preguntó extrañada.

—La sangre... yo...— revisé mi ropa, ya no tenía puesta la camiseta púrpura y los pantalones oscuros que me había puesto antes de ir a la fogata, estaba en pijamas. Me sentía totalmente desorientada.

—¡Date prisa! Vamos a llegar tarde— Dana dijo poniéndose de pie y luego se dirigió hacia el espejo.

—¿Dónde está la sangre?

—¿Qué sangre? — Dana frunció el ceño, arreglando su cabello rojo.

—Yo... estaba... — no había sido una pesadilla, ¿verdad? Yo volví a mi dormitorio anoche y me encontré con sangre en el pasillo... y él... me estremecí al recordarlo, Dana se volvió hacia mí.

—¿Qué?— Ella cruzó los brazos sobre su pecho —Vamos a llegar tarde, Flor.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Bueno, no te vi en las duchas, así que estaba preocupada por ti. Eres una persona muy puntual— explicó dirigiéndose a mí. Ella debió haber visto la confusión plasmada en mi cara —¿Qué pasa?

—Anoche vi...

—¿Sí?— Dana me hizo un gesto para que continuara.

—No importa— declaré sabiendo que Dana no tenía idea de lo que estaba hablando.

—¡Date prisa!— exclamó con impaciencia.

—Puedes ir a clase, dile a la profesora Harris que no me siento bien, iré más tarde.

—¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes, solo tuve una mala noche.

—Está bien, se lo diré, si necesitas algo, búscame.— se fue rápidamente; obviamente, no quería llegar tarde.

Estando sola, me senté en la cama confundida.

¿Qué había sucedido la noche anterior? ¿Fue una pesadilla?

No, yo estaba segura de que no lo había soñado.

¿Cómo llegué a mi habitación? ¿Quién cambió mi ropa? ¿Dónde está la ropa que llevaba puesta la noche anterior?

Examiné mi habitación rápidamente. Vi la chaqueta de Lucas en el suelo, al lado de mi armario. Di un paso hacia ella y la agarré para ver si tenía algo de sangre, pero no, limpio. Encontré el resto de mi ropa de la noche anterior, justa allí en el suelo.

Fue en ese momento que supe con certeza que alguien me había traído aquí porque nunca dejaría mi ropa en el suelo así. Me gustaba tener mis cosas ordenadas muy bien desde que era pequeña.

La confusión hizo su camino en el interior de mi mente. ¿Qué pasó? ¿Debería contarle a la policia? Pero ni siquiera estaba segura de que lo había visto o si había sido real. No quería armar un alboroto sin tener los hechos claros.

Suspiré en frustración y procedí a tomar mi jabón y toalla. Tendría tiempo para pensar todo esto en las duchas.

Una vez que empecé a caminar por el pasillo, me acordé de la esquina donde había encontrado la sangre. Tenía que pasar por ese lugar con el fin de llegar a las duchas. Me quedé helada cuando me enfrenté al lugar mencionado, había señales de "Detente" y "No pisar" el piso aún se veía rojizo como si alguien hubiera limpiado la sangre que había visto la noche anterior. Una mano fría tocó mi hombro, solté un grito.

—Hey, cálmate— Me di la vuelta para ver a una mujer uniformada. Ella era la guardia de la mañana para el ala de las chicas.

—Lo siento— Me disculpé por mi pequeño grito.

—Deberías estar en terapia grupal— Lo sabía.

—No me siento bien esta mañana.

—Entonces tienes ir al puesto de enfermas para que te dejen ver a tu psiquiatra asignado y obtener permiso para el día.

—Voy a hacer eso después de tomar mi ducha— el guardia estrechó sus ojos en mí —Lo prometo.

—Sé rápida— estaba a punto de seguir en mi camino, pero luego una pregunta llego a mi mente.

—¿Qué pasó?— Señalé el suelo.

—Broma pesaba con pintura roja— ¿Pintura roja? No, eso no había olido como pintura, ¿o sí?

Después de haber tomado mi ducha, me puse mi uniforme y fui a clases. Cargué mis libros contra mi pecho; todo estaba tan normal como si nada hubiera sucedido ¿Estaba loca? ¿Me imaginé todo? Tal vez si era pintura y la confundí con sangre.

Ya en el pequeño lugar donde realizaban la terapia grupal, toqué la puerta y la Dr. Melson abrió.

—Señorita Dupont, llega tarde— dijo, mirándome con desaprobación.

—Lo siento, no me sentía bien.

—Sí, Dana me informó de ello, pasa— caminé a mi silla, Dana me explicó la actividad que teníamos que hacer durante la clase.

Después de que la terapia terminó, todo el mundo se fue al comedor para almorzar incluyendo Dana y yo. Elegimos una mesa cercana a la ventana porque me gustaba mucho admirar nuestro exterior. Estaba empezando a llover; iba a ser un día frío.

Tomé un sorbo de mi jugo de naranja y fue entonces cuando lo vi: Pierce. Hizo su camino a través del comedor, todo se volvió muy silencioso. Todas las chicas lo miraron como si fuera una estrella de Hollywood; Juro algunas de las chicas estaban babeando. No podía culparlas, no se como se las arreglaba pero el uniforme del psiquiátrico le quedaba muy bien. Una sonrisa se formó en sus labios gruesos y la mitad de las chicas casi se desmayan, bastardo arrogante.

—Dios, se pone más bueno cada día— dijo Dana dandole un bocado a su sándwich.

—En realidad no.— dije manteniendo mis ojos en él. Él ni siquiera me miró. Desapareció en la puerta trasera del comedor.

—Gracias a Dios él no habla. Imagina todas estas locas tratando de coquetear con él — Dana añadió moviendo la cabeza —¿Tiene alguna idea de cuántas cartas de amor ha recibido? Las mujeres piensan que ya que no puede hablar, al menos podría escribir, pero él no le respondió a ninguna.

—Es raro— pensé en voz alta.

Después de comer, me fui directamente a mi habitación para descansar un poco antes de las clases de la tarde. Entré en mi habitación y salté sobre mi cama, mirando al techo. Durante unas horas me había olvidado de la sangre pero eso no quiere decir que iba a olvidarlo por completo.

Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos, me levanté lentamente y llegué a la puerta, pero cuando estaba a punto de abrirla vi un pedazo de papel en el suelo, como si alguien lo hubiese deslizado bajo la puerta.

Abrí la puerta y escudriñé el pasillo: Nada. Cierro y agarró el pedazo de papel. Me quedé helada cuando lo leí:

"No lo olvides lo hermosa que eres,

Y que eres mia, solo mia."

xx

Nota de la autora: Capitulo corto pero subiré el proximo el fin de semana, ya esta listo. Los quiero :D

Muchas gracias por tu voto y tu tiempo. 

A.G

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora