Capitulo XXIX

1.2M 126K 178K
                                    

"Los niños saben que no hay nada en el armario y aun así temen que un monstruo emerja de su interior y les devore. Así funciona el miedo, sin atender a razones."

-Fernando Trujillo Sanz.

Capitulo XXIX

Miedo...

El miedo es traicionero, te confunde, te mueve como una marioneta. Siempre pensamos que reaccionaremos de una manera determinada a una situación.

Si yo presenciara un accidente de auto, yo ayudaría.

Si alguien se desangra frente a mí, yo lo atendería y pediría ayuda.

Como si de verdad tuviéramos algún tipo de control sobre nosotros mismos en una situación critica, cuando en realidad, no tienes ni idea de como reaccionaras, de forma te moverá tu cerebro al sentirse amenazado o presionado por una situación de estrés.

Como una marioneta...

Culpé al tiempo por hacerme olvidar ligeramente lo que es sentir miedo y lo impredecible que puede volverme.

Soy una idiota.

En el momento en que la palabra "Si." dejó los labios de Mason, confirmando que la identidad del asesino que acabó con la vida de las personas que más amaba, en el segundo que supe que estaba a una pregunta de saber su identidad, hubo un instante de debilidad, de distracción que el supo aprovechar.

Todo pasó tan rápido que no respiré.

Mason extendió su cuerpo de lado hacia mí y estiró su mano libre, agarrándome del cuello de la camisa del uniforme y jalándome hacia él. Aterricé debajo de él, con la cadena unida a su muñeca sobre mi garganta, presionando lo suficiente para que doliera.

Miedo...

Si alguien me atacará así, yo pelearía...

Gritaría, haría lo que fuera por defenderme.

¿Lo hice?

No.

Estaba paralizada, ni siquiera encontraba mi voz para gritar.

Como ya lo he dicho, cuando se trata de miedo solo somos marionetas de un cerebro sintiéndose amenazado.

No puedo moverme.

Estoy congelada, debajo de Mason. Sus peculiares ojos son todo lo que puedo ver, ahí a unos centímetros de los míos. Su aliento acariciaba mis labios, olía a gelatina de fresa de hospital. Los latidos de mi corazón vibraban en mis oídos, en mi garganta, me faltaba el aire pero no era por la cadena sobre mi cuello, era porque había olvidado respirar por completo.

Tomé una gran bocanada de aire, llenando mis protestantes pulmones y proseguí a inhalar e exhalar rápidamente, casi hiperventilando.

—Mason—

—Shhhh.— él puso su dedo indice sobre mi boca, una sonrisa torcida formándose en sus labios, —No tengas miedo.

—Por favor...

—Podría matarte ahora mismo si quisiera.— presionó la cadena contra mi cuello, hice una mueca de dolor, —¿Entiendes eso?— asentí, temblando, —No, necesito palabras, bonita.

—Si en-entiendo.— tartamudeé.

—Bien.— lució satisfecho, —Solo quiero mostrarte lo frágil que es tu situación, lo fácil que sería para el asesino acabar contigo. Así que deja de jugar a tener una vida normal, a que todo volvió a la normalidad porque mientras él este ahi afuera, cazándote, tú no estas viviendo, bonita, estas sobreviviendo.

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora