Capitulo 2 A

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Eran las seis cuando Lucy se puso en camino. Había ido a casa para preparar un pequeño equipaje: sudaderas, vaqueros, otro par de zapatillas  de deporte, ropa interior y algunos de sus DVD favoritos. Acababa de pasar el peaje, camino a la ciudad, cuando le sonó el móvil. Era Erza, recién llegada al apartamento de Jellal y él lo había alquilado para seis meses en Nueva York.

-¿Va todo bien? - preguntó. Parecía un tanto preocupada.

-Estoy conduciendo. Estoy yendo hacia tu casa. Happy y yo cenaremos con velas mientras Charle mira su serie de televisión preferida- Lucy decidió apartar de sí el recuerdo de  cuando Gray y ella preparaban la cena juntos, paseaban de noche por la playa, o salían a pescar en la barca los fines de semanas. Habían pasado más de dos años, y en aquel entonces ella tenía su vida propia, no se dedicaba a calentar delicatessen para el perro de su hermana. Pero no tenía sentido dar más vueltas. Eso había quedado atrás.

Tenían pensado casarse aquel verano, una ceremonia sencilla en la playa, después una barbacoa con los amigos. Ella no se lo había dicho aún a su madre (le habría dado un ataque) Y con el tiempo la idea era trasladarse a vivir a Australia y montar allí una escuela de submarinismo. Gray había sido campeón de surfboard. Pensar en todo ello la entristeció.

Jellal se puso al teléfono y le agradeció efusivamente que se ocupara de cuidar de la casa y el perro. Sus palabras y la manera de expresarlas fueron mucho más afectuosas que las de Erza.

-No tiene importancia. Es un placer echaros una mano, siempre y cuando la cosa no se alargue mucho- Lucy quería que Jellal lo oyera decir también.

-Encontraremos a alguien, te lo prometo- le aseguró Jellal, que parecía sincero en su agradecimiento. A diferencia de Erza, nunca daba por sentado que Lucy hubiera de ayudar.

-Gracias- dijo Lucy- Bueno, ¿que tal por Nueva York?

-Si conseguimos evitar la huelga, todo irá bien. Creo que esta noche podríamos alcanzar un acuerdo. - Jellal era de natural conciliador. Para compensar, Erza era la guerrera de la pareja.

Lucy les deseó suerte. Estaba ya delante de la casa. A veces envidiaba la relación que tenían. Se llevaban bien, como debería ocurrir, pero no siempre ocurre, en un matrimonio. Lucy se había hecho mayor sabiendo que su hermana había tenido una relación con un hombre mayor  y nunca se lo cuestiono durante todos estos años, no como su madre que lo hizo hasta que conocía a Jellal. Lo malo de Erza era su forma de arrollar a todo el mundo para obtener lo que quería. Solamente Jellal parecía capaz de humanizarla un poco, y no siempre. Excesivamente mimada por sus padres desde niña, y habituada a que la adularan por sus éxitos, Erza estaba acostumbrada a conseguir cuanto se proponía. Y Lucy se había sentido siempre como la segundona, a la sombra de su hermana mayor. Esto no había cambiado. Solo cuando Gray vivía la situación había sido un poco diferente. Quizá porque entonces no le importaba tanto lo que pudiera pensar su hermana, o tal vez porque la presencia de él la protegía de un modo casi místico.  La idea de irse a vivir juntos a Australia le había entusiasmado. Ahora, cosas del destino, estaba viviendo en casa de su hermana y cuidando otra vez de su perro.

¿Qué habría pasado si Gray hubiera estado vivo? Sin duda, Erza habría tenido que buscarse otra persona, en vez de utilizar a su hermana pequeña como una especie de Cenicienta obligada a ayudarla si surgía cualquier problema. Pero ¿que pasaría se se negaba a estar disponible para ella? ¿Significaría eso ser por fin una adulta, o la convertiría en la niña mala que Erza decía que era cuando Lucy no se plegaba a sus deseos? Una pregunta interesante para la cual no había encontrado una respuesta. Y quizás no quería encontrarla. Era más fácil hacer lo que le pedían, sobre todo ahora que Gray no estaba allí para protegerla.

Tiempo Prestado  [Adaptación Nalu]Where stories live. Discover now