Capítulo 1

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Por fin iba a salir del hospital, pero no sabía a dónde ir y al parecer, no era del agrado de las personas en el lugar.

No sabía cómo había llegado aquí y la verdad necesitaba saberlo y saber quién era yo.

Me habían dicho que me llamaba Alicia y que tenía un marido. Él venía a verme todos los días y se comportaba muy atento. Me dijo que se llamaba Alfonso.

Suspiré.

Acomodé el sujetador deportivo que me habían dado. Mis pechos estaban sensibles por la lactancia.

Otra cosa que no entendía.

Si estaba produciendo leche... ¿dónde estaba mi bebé?

La puerta de la habitación se abrió, dando paso con ella a un hombre muy alto, que traía a cuestas un enorme ramo de flores rojas y una bolsa. Alfonso.

Cuando me vio, sonrió, pero la sonrisa no llegó a sus ojos.

- Por fin vamos a salir de aquí- lo miré directamente a los ojos y frunci el ceño.

-¿Tenemos un hijo?- pregunté.

Él se quedó en silencio por algunos minutos y luego habló.

-Si... se llama igual que yo- la emoción que sentí me abrumó por completo.

Tenía un bebé.

-¡Quiero verlo!- dije emocionada.

Él sonrió y se acercó a mi. Acarició mi rostro con una de sus manos y yo me tensé. Lo hice al sentir una descarga eléctrica que me recorrió entera al sentir su toque.

Sus ojos se oscurecieron y vi molestia, rabia e ira en ellos para luego esconder todos esos sentimientos y sonreír.

¿Qué le pasaba?

-¿Qué te pasa?- pregunté incómoda.

-Tienes muchos golpes, me molesta lo que pasó- asentí. Según me habían dicho, caí cuando intentaron atacarme.

-Ya se irán curando- comenté alejándome un poco de él.

Me puse de pie con cuidado y fui hasta la silla de ruedas con su ayuda.

Me dolía aún un poco todo el cuerpo.

-¿Dónde vives?- pregunté. Lo escuché gruñir y decidí no preguntar más. Por alguna razón que no alcanzaba a comprender él estaba molesto conmigo.

-Vivimos en la Hacienda Villalba- Me abracé a mi misma y decidí no preguntar nada más.

El trayecto hacia la Hacienda fue en silencio, yo no quería incomodarlo con preguntas.

Cuando llegamos a la casa, por no decir mansión,  me sentí intimidada,  como si estuviera entrando en una prisión.

Ahora recordaba las palabras del doctor Murilo que me recomendó quedarme en la iglesia del pueblo para así poder recuperarme.

Ahora me preguntaba si había hecho lo correcto en decidir quedarme con Alfonso por más que fuera mi esposo.

-Vamos a tu habitación- me tomó del brazo con demasiada fuerza para mi gusto, me quejé.

-Puedo seguirte- me solté de su agarre y al parecer,  eso lo molestó aún más.

-Ven- me tomó en brazos y subió las escaleras conmigo a cuestas.

-¿Puedo ver a mi hijo? - pregunté. Él no me contestó.

Me llevó a una habitación que tenía una cama doble, dos mesitas de noche un armario y una mesa con silla en una esquina.

Serie Inocente #4: Cautiva Inocencia.Where stories live. Discover now