Después

2.1K 217 14
                                    

Capítulo dedicado a LeonorAngelita

Saqué las lágrimas de mi rostro y reprimí las ganas de gritar.

Debía calmarme, necesitaba tomar las cosas con calma, no podía meterme en problemas. Aquí ya se habían enterado de lo que le hice a Amaya y no dejaban de lastimarme cada vez que me veían. Estaba cansada de la situación y trataba de no responder porque ya había tratado de defenderme y me habían castigado con prohibirme asistir a mis clases para ser maestra y también a los cursos de costura y confección, como también las visitas de mi abogado de oficio.

Todo ese tiempo a solas, me dejaba deprimida y eso significaba que mi pequeño no recibiría sus regalos.

Sí, el pequeño Alfonso adoraba cuando le decían que había llegado un nuevo regalo mío. Según mi abogado y la carta que me envió Amaya cuando estuve castigada, me contaron que Alfonsito hizo pataletas cuando no llegó mi regalo habitual y mi carta. Me dijo que no dejara de enviarlos y no lo he hecho.

Observé mi mano lesionada mientras caminaba hacia la enfermería.

Ésta vez se habían excedido y me había quemado la mano con agua caliente.

La enfermera me curó la herida y la vendó. Me entregó también una pomada para las curaciones y demás.

Salí de allí, después de agradecerle y me dirigí a mi celda.

Yo compartía celda con una chica que había matado a su padrastro por abusar de su hermanita. Siento yo que es injusto, pero el hombre ya había sido detenido y ella lo asesinó saliendo del Tribunal Supremo de Justicia.

Suspiré, ella había sido condenada a siete años y ya llevaba cumplidos cinco años de condena; yo, tres.

Era una chica amable y al igual que yo, deseaba ser maestra.

Éramos las mejores estudiantes de la carrera y estábamos felices porque los profesores decían que nos veían con muchas posibilidades para ser buenas maestras de preescolar.

Suspiré.

Terminé de envolver lo que le enviaría a mi pequeño y me recosté en mi cama.

Habían muchas cosas de las que me arrepentía, una de ellas era lo que le hice a mi propia hermana, lo que le hice a Alfonso y también lo que le hice a mi bebé.

Cosas por las que ni yo me había perdonado.

Me dolía que mi hermana no me hablara y me lastimaba también que mi padre no quisiera saber de mí.

Una vez le envié una carta y una corbata que le había hecho y por una conversación con el abogado, me enteré que él lo había botado.

Dejé de pensar en él, ya no servía de nada que siguiera lamentándome, él no me quería ni ver, para él no existía y yo debía vivir con eso.

Como también con el peso de la muerte de un hombre, aunque no me arrepentía.

🏵🏵🏵🏵🏵

Estaba esperando a que llegara al apartamento en el que vivíamos. Yo ya había llegado del preescolar en el que trabajaba y ella había asistido a una entrevista de trabajo.

La puerta se abrió y ella sonrió, tras ella venía él.

Mi rostro se se contrajo en una mueca de disgusto.

Ese hombre no me dejaba en paz.

Era un necio, me llamaba, buscaba, acosaba y no me dejaba tranquila.

Le había contado todo lo que había hecho y el porqué había parado en la cárcel, que tenía un hijo y que me había acostado con muchos hombres.

El muy idiota se había reído.

No iba a negar que me encantaba él, pero tenía miedo.

Era un hombre que pasaba los treinta y cinco años, no tenía hijos.

Lo había conocido en un elevador.

Nos habíamos quedado atascados y él desde el primer día me había caído mal.

Era un... Un... un tonto.

Un tonto sexy.

Negué con la cabeza.

Él debía apartarse.

-Tan hermosa como siempre.

-Yo me tengo que ir, hablamos después- besé la coronilla de Analiz y salí del apartamento.

Como siempre, me siguió.

Bufé.

-Ya estuvo bueno- me giró del brazo y me encaró-. He hecho de todo, pero tú no quieres ceder... ¿Qué tengo que hacer para que me aceptes?- preguntó agitado.

-Tengo miedo- confesé y él se calmó. Tomó mi rostro entre sus manos y me acercó a su cuerpo.

Luché contra lo que sentía, contra la pena y la vergüenza que podían conmigo.

-Debo ir a ver a mi hijo- él sonrió.

-Te llevo- negué con la cabeza-. Te llevo- me besó y fundí mi cuerpo con el suyo. Sus labios eran mágicos y cada vez que él me besaba, perdía la voluntad-. Dame una oportunidad- me miró a los ojos y sonreí.

No podía dejar que lo que me había hecho Marcos, me siguiera afectando, pero tampoco se lo dejaría tan fácil.

-Lo pensaré- me alejé de él y corrí hacía las escaleras.

🏵🏵🏵🏵

Estaba viendo a mi bebé correr por el prado lleno de flores que tenía mi hermana en su casa.

Ese prado lo limpiaban todo el tiempo para evitar que él se lastimara.

Alfonso no quería que yo lo viera y me dejó claro que lo único que iba a tener era las visitas y unas salidas vigiladas.

Al princio acepté, pero ya no me era suficiente.

Quería ver a mi bebé todo el tiempo y me dolía estar separada de él, pero tenía que ser paciente y esperar.

Poder ofrecer algo de estabilidad para él y la verdad es que estar en un trabajo y que me despidieran por mi historial no era algo rentable para mi ni para mi hijo.

Se preguntarán por la herencia y la verdad es que eso lo destiné todo para él, ese dinero ni la Hacienda me pertenecían. Lo dejé para él.
Me acosté en el césped cuando lo atrapé y él no paró de reír.

-Te amo, mami- sonreí y en ese momento agradecí que Amaya se negara a mi petición.

Momentos como éstos, lo valían.

-Yo también te amo, mi amor- besé sus  regordetas mejillas y suspiré.

Todo el esfuerzo que había hecho por salir adelante y el que seguía y seguiré haciendo, valía la pena, si veía esa sonrisa en su rostro.

Serie Inocente #4: Cautiva Inocencia.Where stories live. Discover now