Capítulo: ****

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Buenas... si, lo sé, soy una desconsiderada con ustedes, hasta mi mamá me lo dijo y me regañó por no escribirles.

Debo explicar la razón. Desde que empecé a escribir, lo hice porque por lo regular no me es fácil encontrar historias así de locas como las que escribo y me gustan en Internet. Al no encontrarlas, decidí escribirlas y luego leerlas, después las empecé a publicar, gané seguidores y se hizo emocionante. Amo sus comentarios, amo que me lean y amo que les guste lo que sale de mi cabeza. La razón por la que no había publicado antes era porque estaba en finales de la U, pasaron muchas cosas que me tenían desconcentrada y luego aparecieron historias como las que me gustan y me puse a leerlas, he estado leyendo libro tras libro todos los días, termino uno empiezo otro y por lo general, son trilogías o sagas, todas geniales. No es excusa, y pido disculpas, mi madre me hizo ver mi error al dejar de escribirles, simplemente porque yo ya había resuelto lo que necesitaba y me di cuenta de que estaba siendo egoísta con personas que se han portado divinamente conmigo al regalarme votos, comentarios o leerme. Así que estaré haciendo lo posible para publicar aunque sea una vez a la semana hasta que termine las tres historias que ya subí aquí.

Gracias de nuevo.

Sin mucho que decir, salvo que esta historia está llegando a su final, les dejo el siguiente capítulo.

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Me levanté al sentir que se cernían sobre mí y cubrían mi boca. El sabor al cuero de los guantes llenó mi boca y, el olor a agua fresca y menta mi nariz lo que me hizo entrar en pánico. Sólo había una persona que tenía ese olor y usaba guantes y sólo una persona me había hecho lo mismo antes.

Antuan, la mano derecha de Marcos.

--- Así que es verdad y está viva mi señora...-- murmuró sobre mi oreja y mi cuerpo se estremeció por el miedo. No esperaba que las cosas fueran así, es decir, esperaba que el mismo Marcos fuera el que viniera por mí y no que mandara a su secuaz.

Golpeé su mano, ya que me causaba asco que siquiera me tocara. Detestaba a Antuan. Era un asqueroso depravado y pervertido que no le importaba que yo fuera la mujer de su patrón.

---No me toques-- siseé. Él me miró con reproche y luego desvió la mirada hacia abajo, a mi cuerpo desnudo, sólo cubierto por las mantas. Alfonso y yo estuvimos juntos recientemente, pero él tuvo que ir a su finca porque hubo un incendio en una de las parcelas y parte de lo que sea que produjeran se perdió.

---No sabes cuánto te he extrañado, Amy...-- intentó besarme, pero lo golpeé. Maldito fuera.

--- ¿A qué viniste? Si fue a llevarme, lo ves claro porque yo no pienso ir a ninguna parte contigo, si el maricón que tienes por jefe te envió, ve y dile que la única manera en que yo vuelva con él, va a ser muerta -- negó con la cabeza y tocó mi rostro suavemente.

---No, él no sabe que estoy aquí, ni siquiera tiene noción de nada, está muerto en vida, literalmente, desde que te fuiste. Necesitaba asegurarme de que la información que recibí fuera la correcta antes de tener que decirle. -- me di cuenta de que la idea de decirle a Marcos no le agradaba, pero por mí se podía ir a paseo.

Esperen...

Él dijo información...

-¿Quién fue? ¿Quién te dio la información de que yo estaba aquí?- sonrió y trató de llevar su mano más allá de mi rostro. Golpeé su mejilla en una bofetada y él enfureció.

---No me vuelvas a tocar -- gruñó, no le iba a demostrar que estaba muerta de miedo por lo que quisiera hacerme.

---Dime- ordené y sentí que cierta parte de su anatomía crecía contra mi vientre. Era tan repugnante.

---No sabes cómo me ponen tus órdenes. Me encantan- empezó a mecerse contra mí y yo lo empujé. No sé si perdió el equilibrio o lo empujé con mucha fuerza, pero lo que sí sé, es que cayó en el suelo con un gran estropicio, que propició que al instante, un montón de pasos y voces se escucharan desde los pasillos. De inmediato se puso de pie y me miró fijamente.

---La próxima vez, no vendré sólo, vas a volver a tu lugar y yo voy a poder disfrutar de ti esta vez- amenazó.

---Dile a ese poco hombre asesino, que lo estaré esperando.

Justo en el momento que él se escabullía por la ventana de mi habitación y se perdía en la oscuridad, se abrió la puerta de la alcoba y por ella tropezaron mi padre y la perra de Alicia. Cuando vieron una sombra en el balcón, se asustaron, pero cuando mi padre fue a revisar, ya no había ni rastro de Antuan.

-¿Era Marcos?- preguntó Alicia. Me reí. Si fuera Marcos, esto se hubiera descontrolado y tal vez, habría un herido, en este caso, yo.

---No, Antuan, vino a advertirme, que Marcos vendrá pronto por mí- ella empezó a negar y a caminar de un lado para otro a través de la habitación.

---Tenemos que impedirlo, te sacaremos de aquí...-- empezó ella.

---Sí, te llevaremos a la isla...- negué con la cabeza y tomé las manos de mi padre en las mías, cuando se acercó hasta donde yo estaba en la cama.

---No, yo lo voy a esperar y esto va a terminar, no voy a seguir escondiéndome...

-Esa decisión no es tuya, no voy a dejarte a su merced, no está en discusión- sentenció Alicia.

Me llenó de coraje su cinismo. Con que cara la muy estúpida venía a decirme a mí, que yo no podía decidir.

---Al parecer la decisión vuelve a ser tuya entonces, como la vez pasada que decidiste que yo podía ir a su oficina después de clases para cubrir tus impulsos de zorra- ella me miró a los ojos con expresión ofendida y dolida-. No me pongas esa cara, no te queda - Maldita fuera, por sus decisiones, había vivido un infierno y ahora mi hijo estaba muerto---. Yo me quedaré aquí y cuando él venga, le voy a ser frente, pero esta mierda se va a acabar y sólo uno de los dos o ninguno va a vivir - les pedí que me dejaran sola y se marcharan.

Con reticencia lo hicieron y no me importaron los llantos de Alicia ni sus reclamos por la decisión que había tomado, no era su puta vida, mejor que se fuera a cuidar de su hijo.

*******

El sonar de un teléfono me despertó de mi sueño en medio de la madrugada.

Buscando el origen del mismo, me encontré abriendo la primera gaveta de mi mesita de noche, encendiendo la pequeña lámpara de cristal y madera, apreté la tecla send y me llevé el aparato al oído.

La voz del hombre que me hacía desear, anhelar y soñar que todo hubiera pasado diferente o que pudiéramos tener un futuro junto, se escuchó al otro lado y retuve un gemido de angustia al saber que quizá, mis días junto a él, o simplemente mis días estarían contados.

Muchas veces pensé en largarme con Alfonso y dejar todo atrás, pero sabía que después de la venida de Antuan, Marcos no me dejaría en paz, además se lo debía a mi hijo. No podía dejar respirando a ese hijo de puta si mi hijo estaba muerto por su culpa. Tendría que acabar con él aunque eso me costara la vida.

Por más que quisiera algo duradero con Alfonso y su hijo, no podía dejar esto pasar, me lo debía a mí, a mi padre y a mi hijo, el pequeño Damián.


Serie Inocente #4: Cautiva Inocencia.Where stories live. Discover now