Cap.- 83. Tropezar.

22 2 0
                                    

Llevo como una hora despierta y no pienso en otra cosa que no sea en Lucas, en lo que ayer pasó y en lo que pudo pasar. Me imagino como hubiésemos acabado, tal vez no debería haberme echado para atrás. Es temprano y no aguanto más estar en la cama. No soy capaz de dormirme y creo que llevo un récord, llevo dos días levantándome feliz.

Bajo al piso de abajo y veo que mi hermano no está. En cambio, mi madre sí. Me mira pero no me saluda. Creo que ayer me pasé un poco con ella y merece una disculpa, aunque ello no quiere decir que le perdone que me haya mentido.

-Buenos días...mamá. Lo siento por lo de ayer.

-Bueno, yo también lo siento, por haberte dicho todo lo que te dije ayer. No quiero que se vuelva a repetir y que cuestiones mi profesionalidad, ¿entendido? Si estoy allí es por mí, no por nadie.-me responde con rabia.

-Entonces tú tendrás que dejar de mentirme, pero vale. Lo siento.-le digo y ella no me dice nada. Cambia el gesto de su cara y viene a abrazarme. Yo hago lo mismo y parece que todo está solucionado.

-¿Y Leo?-le pregunto.

-En la cama, sigue con fiebre. Esta tarde lo llevaré al médico a ver qué me dicen. Es raro que no se le haya quitado.

-Esta tarde yo me iré a ver a Sandy a su casa, a ver qué tal está. ¿Puedo no?

-Bueno, claro, pero tampoco vengas muy tarde. Tu hermano está malo y no es cuestión de que vengas a las tantas.-me dice.

-No si no me voy a quedar mucho tiempo tampoco. Solo voy a verla y me vuelvo a casa.

La conversación con mi madre termina y me voy a la cocina a desayunar. Cuando acabo subo al piso de arriba y entro al baño dispuesta a darme una buena y relajante ducha. Mi pensamiento es ir pronto a casa de Sandy, así que mejor que me duche ahora.

Me desvisto y cuando lo hago me miro en el espejo y me ruborizo. Este cuerpo ha sido el que ha tocado Lucas con sus manos, y ninguno más. Joder.

Me meto en la ducha y el agua caliente hace que el día mejore. Comienza a pensar en todo lo relacionado a Lucas. Le doy tantas vueltas a las cosas que hasta me hago a la idea de tener que ir a comprarme ropa interior algo menos de niña, algo más...¿sexy?

Me río yo sola ante la idea y parece que esto loca. Me estoy riendo yo sola de mis propios pensamientos y eso muy normal no creo que sea, pero me da igual. Todo me da igual, menos todo lo que tenga que ver con él.

Salgo por fin de la ducha y me voy a la habitación a cambiarme. Hoy no sé si saldremos a la calle Sandy y yo, y por lo que pueda pasar pues, prefiero ponerme algo no tan "chándal y deportivas" y arreglarme un poco. Quién sabe a quién me encontraré hoy.

Ya no hace tanto calor. Se nota que el verano se acabará en nada... Estamos ya en septiembre. En unas dos semanas empezarán las clases y ello me agobia un poco. Suerte que Sandy y yo iremos a la misma clase.

Me pongo una camiseta roja algo ajustada y un poco escotada con unos pitillos blancos. Me siento muy incómoda con esa camiseta, así que decido cambiarme y ponerme una camiseta de tirantes algo ancha de un rosa apagado. Me cambio los vaqueros por unos vaqueros normales y me pongo las deportivas. Me aliso el pelo, me echo un poco de rímel y cuando mi madre me llama bajo a comer. Después salgo de mi casa.

(...) 

Mientras voy por la calle se me ocurre comprarle una napolitana de crema a Sandy. Le vuelven loca, y además sé de una panadería donde las hacen muy ricas, pero esta al otro lado de la casa de Sandy.

Voy hacia la panadería y cuando entro el olor a pan y bollos me embriaga. Dios, adoro este olor. Es como el olor de la panadería de mi pueblo. Me enloquecían los croasanes de aquel lugar.

Me pongo a la cola y cuando el señor de delante acaba es mi turno. Yo voy buscando las monedas para pagarle la napolitana mientras me pregunta.

-¿Qué quieres?-me pregunta una voz joven. Cuando termino de sacar la última moneda de mi monedero miro al dependiente y me pongo colorada como un tomate. ¡Qué guapo es!

-¿Y bien?-me insiste.

-Esto pues, una napolitana-le digo y quiero que el suelo me trague. Madre mía que verguenza.

Es rubio con el pelo algo largo pero no demasiado. No lleva el típico rapado. Tiene la nariz algo algo gruesa, es alto, blanco de piel pero no demasiado, con expresión graciosa, pero tiene algo que me llama mucho la atención y no sé qué es, pero es totalmente diferente a Lucas.

-¿De chocolate o de crema?-me pregunta.

-Crema.-respondo y me miro las manos.

-¿Para llevar o tomar?

-Tomar... digo llevar. Es para llevar.-mierda. Seré tonta.

El chico me mira y se ríe. Se aleja un poco para coger una bolsa y me da la espalda. Coge la napolitana, la mete dentro de la bolsa pequeña, que más que bolsa parece un sobre y me la pone encima del mostrador.

-Aquí tienes, es 1,35.-me dice y yo le suelto todas las monedas que llevaba en la mano. 

-Sobran estos 60 céntimos.-me devuelve de mis propias monedas y se ríe.

-Gracias.-le digo y cojo la napolitana, me doy la vuelta y se despide.

-Que pases un buen día.

Salgo de la tienda y me voy directa hacia la casa de Sandy. Cuanto antes llegue mejor. Menudo ridículo acabo de hacer.



Conociendo a RockyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora