Capítulo 20: Brillante

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Los gritos inundaron toda la habitación, lo que significaba que los niños se habían despertado, ayer nos acostamos muy tarde.

Clara se sacudió entre las sabanas, movió su cabeza que se encontraba en mi hombro, sus mejillas y la punta de su nariz de encontraban coloradas, su delicado cuerpo cálido y suave hizo que mi respiración se agitara.

—¿Tenemos que levantarnos? —pregunto Clara medio dormida.

Toque con delicadeza su rostro, lo cual hizo que se tensara de manera muy tierna y a la vez chistosa.

—Si, ya se escuchan los niños, por lo cual deben estar alistandose —dije.

Clara gruñó y se envolvió entre las sabanas, dio unas cuantas vueltas, mientras yo apreciaba aquella escena, sonreí y me levante, sus brazos se envolvieron repentinamente en mi cintura, lo cual me sorprendió, su cuerpo estaba apegado al mío, estaba realmente satisfecho al recibir un afecto tan sincero.

Me volteé y la abracé fuertemente, un pequeño gemido escapó de su boca, levantó su rostro y su corto cabello estaba echo un revueltijo, aunque no puedo negar que se veía muy tierna de esa manera, sus mejillas seguían con un hermoso color, acerque nuestros rostros y sentía los nervios de ella, mis palpitaciones se hacían mucho más fuertes, por lo que acerque más nuestros cuerpos para que apreciará los sentimientos compartidos de la mejor manera, ella se sorprendió y fijo sus ojos en mí, grandes y hermosos, pueden ser tan tiernos como tenebrosos, bese sus labios rápidamente, no pude evitar intensificarlo, al saborear sus dulces labios, es inevitable no controlarse en este tipo de situaciones, me apodere de su boca hasta la falta de oxígeno, mi lengua recorrió sus labios y los delinio, su cuerpo se estremecía cada vez más y gemidos se empezaban a escapar de nuestras bocas, entrelaze nuestras manos y duramos un buen rato entre los dos, pero lamentablemente no podemos seguir.

...

¿Vas a prender fuegos artificiales con nosotros? —pregunto Clara.

Estaban ayudando a los niños a prenderlo y mis abuelos estaban tirando cebollitas por todos lados.

—Si —dije y camine hacía ellos.

Los niños están prendiendo estrellitas y Sam ya tenia las medias rotas, menos mal que los ayudaron.

—Tío prendeme esta —espeto Eduardo.

Saque mi encendedor y prendí la estrella, el niño la tomó bien, pero en cuestión de segundos la tiro hacia atrás, un grito se escucho al instante, volteamos y el vestido de la tía Carmela estaba comenzando a prenderse en llamas, la escena era tan divertida, me siento apenado al reírme de esto, pero es que es inevitable, estaba estático, nadie asimilaba la situación seriamente.

—¡Dejen de reírse y ayúdenme! —grito.  Ella trataba de apagar el fuego, pero seguía.

Eduardo apareció con una mangera y mojo absolutamente todo, pero lo bueno fue que apago el fuego.

¡Dure más de tres horas haciendo este peinado! —dijo molesta, mientras trataba de arreglar su cabello mojado.

Mi madre se fue corriendo hacia ella, mientras todos se reían de la escena, mi tía se fue refunfuñando, si a mi me pasara eso estuviera mucho peor lo admito.

—¿Ya nos vamos? —pregunto mi abuelo.

—Si, mamá se irá con la tía Carmela, nosotros nos adelantaremos —dije y me diriji al auto.

Tenemos que ir a un mercado, donde alado quedan las atracciones, así pasar el fin de año, todos los años hacen algo parecido, pero en fin de año hay miles de fuegos artificiales y podemos verlos en los campos que están alrededor.

El Posesivo Millonario Where stories live. Discover now