Capítulo 13

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Stella apoyó su cabeza en el asiento y cerró los ojos. En horas estaría en Canadá, sonriendo y felicitando a la feliz pareja. Dios. Sería horrible. Más que horrible, sería imposible. No se veía capaz de hacerlo. Tenía que hacerlo, claro, pero no sabía cómo lo haría. ¿Cómo?

Oliver se encontraba sentado a su lado y le sonrió cuando ella abrió los ojos, al sentir la mano de su hermano gemelo sobre la suya. Él lo sabía. Seguro que también lo sabía. Como todos lo sabían. ¿Acaso había alguien que no supiera lo que sentía por Aidan?

Lo odiaba. No, quería odiarlo pero no había hecho nada realmente para que ella pudiera odiarlo. ¿Era un ser humano terrible por no alegrarse por él? Probablemente sí.

Intentó cerrar los ojos nuevamente, para ignorar la simpatía que irradiaban los idénticos ojos verdes su gemelo. ¡Maldita sea, Cayden habría sido una gran ayuda para ella!

Y no, no tenía la menor idea de por qué creía eso. Pero lo creía. Lo sentía.

Tal vez era así de patética, pero si ella estaba comprometida con alguien más, pocos creerían que aún sentía algo por Aidan.

Al llegar, se instalaron en un hotel cerca del departamento de los padres de Aidan y Damon, quienes vivían en las afueras de la ciudad en una gran casa. Stella intentó ignorar el creciente desasosiego que sentía pero no creía que lo lograra del todo. No con tres de las personas que más la conocían en el mundo: su padre, su madre y su gemelo.

En la noche acudieron a saludar a Eliane, su esposo Aidan y sus hijos, los gemelos Aidan y Damon que también se encontraban presentes. Y, por supuesto, también se encontraba la prometida de Aidan, Claire.

Cenaron. Al pasar al salón, la charla derivó en asuntos de la boda. Stella se tensó visiblemente, aunque intentó inspirar varias veces.

–¿Cómo estás preciosa? –Damon clavó sus ojos marrones. Sonrió divertida.

–Bien. Tú tan encantador como de costumbre, según veo.

–Algunas cosas nunca cambian –se encogió de hombros y un brillo diabólico iluminó sus ojos, arrancándoles destellos dorados– me han informado de que alguien se me ha adelantado.

–¿Sí? ¿En qué? –inquirió con voz risueña.

–En nuestros planes de boda. ¿Por quién me has cambiado, Stella?

Stella soltó una carcajada y negó lentamente. ¡Dios, como adoraba a Damon! Siempre podía hacerla reír. Lo hacía especialmente cuando ella creía que no podría más con el dolor por amar a Aidan y no ser correspondida.

–Ya lo conocerás –entrecerró los ojos con perspicacia– ¿y tú? ¿Quién es?

Damon esbozó una sonrisa sesgada y se alejó sin contestarle. De inmediato, como si se hubieran sincronizado, su gemelo Aidan se acercó a ella.

–Stella –sintió una alarma por el extraño tono de voz de Aidan. ¡No podía creer que todo se redujera a ese momento! Y así lo sentía– ¿podríamos hablar más tarde, en privado?

Su pedido no pareció extrañar a nadie a su alrededor, lo que fue peor. Gimió mortificada. Todos lo sabían. Incluso la prometida de Aidan.


***


Cayden asintió en señal de aprobación a la casa que se encontraba visitando. En efecto, esta cubría la idea que él había tenido, por lo menos en algo se había redimido su asistente al hallarla en tiempo récord.

Inevitable (Sforza #2)Where stories live. Discover now