Capítulo 15

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La desaprobación que Cayden despertaba en la familia de Stella era evidente, tanto como en aquellos que no eran familiares pero que la cuidaban como si lo fueran. Curvó la comisura de sus labios con diversión, no se equivocaban.

Él no era bueno para ella, pero lo cierto era que nunca había pretendido serlo. Y si Stella lo había aceptado –pensó observando el anillo que ella llevaba en la mano izquierda– nada ni nadie lo cambiaría. No importaba la cara que todos pusieran, él se casaría con ella.

Aunque no era justo generalizar porque varios miembros de la familia –casi en su totalidad mujeres– no lo miraban con reprobación. O disimulaban mejor que los hombres Torrenti y Blake o sencillamente no lo desaprobaban como elección de Stella. Lo que era sorprendente e inexplicable.

Cayden sabía que su fortuna, apellido y apariencia no tenía importancia en aquella familia, ya que les interesaba la única cosa que él no sería capaz de darle a Stella nunca. Amor y, por ende, felicidad conyugal. Pero eso iba más allá de él y jamás pretendió intentarlo siquiera. Porque no era ese el objetivo.

¡Ojalá pudiera gritarles a todos que Stella lo había aceptado a cambio de una biblioteca enorme! No del todo cierto, claro, ya que él era consciente, más que nunca, de que lo había aceptado porque no podía tener a quien amaba. Sin esperanzas, había considerado el matrimonio como un caso perdido, con cualquier otro le sería indiferente. Y él había sido ese otro.

Quién diría que él iba a agradecer a eso que llamaban amor. Porque ahora lo sabía, sin ese amor no correspondido, Stella jamás habría accedido a casarse. Y, ¿acaso no veían todos que su desaprobación no hacía más que empujarla a sus brazos? ¡Sobre todo el disgusto de Aidan Blake!

Cayden pasó el brazo por la cintura de Stella al felicitar a los novios y le divirtió enormemente la tensión que se apoderó del rostro de Aidan. ¡Quién lo entendía! ¿Por qué lo molestaba? De todos modos no quería a Stella.

Y él sí. Por supuesto que sí. Bebió de la copa que tenía en la mano.

–Tienes una sonrisa malévola. Me pregunto qué planeas ahora.

–¿Christabel? –Cayden arqueó una ceja, sorprendido ante la aparición de su hermana–. ¿Qué haces aquí?

–También es un gusto verte, hermano –saludó con una gran sonrisa–. Estoy invitada a la boda, naturalmente.

–¿Sí? ¿Por qué? –inquirió pero Christabel ya no estaba prestando atención. Giró hacia el punto en que la mirada de su hermana se perdía y localizó a Stella charlando alegremente con Aidan mientras se acercaba–. Pensé que...

–¿Qué? –Christabel clavó sus ojos azules en él–. Ah, no es Aidan.

–¿Qué te hace pensar que he creído que es Aidan? –soltó con tono irónico.

–Es Damon, su hermano gemelo –puntualizó Christabel.

–¿Y por qué te interesa a ti? –arqueó una ceja divertido.

–No me interesa, pero él es con quién he negociado en estas semanas.

–¿Ah sí? –murmuró Cayden al tiempo que Stella y Damon llegaban–. Stella.

–Cayden, ¡de pronto te perdí de vista! –habló con una sonrisa amplia y le tomó la mano–. Te presento a Damon Blake. Damon, él es Cayden Sforza, mi prometido –aclaró.

–Ah, es él por quién me cambiaste–dijo risueño Damon y lo evaluó con rapidez. Era la primera vez que se veían.

–Damon, no seas tonto –rió Stella y cayó en cuenta quién era la mujer que estaba junto a Cayden–. Disculpa, no te había visto. ¿Christabel?

–Sí, qué gusto volver a verte –sonrió la joven de ojos azules–. Soy Christabel Sforza y ¿tú eres mi futura cuñada?

–Todo parece indicar que sí –contestó Stella y sonrió. Cayden se mantuvo en silencio a su lado–. ¿Vamos por algo de tomar?

–Claro. ¿Por qué no? –asintió Cayden y ofreció su brazo a Stella para alejarse–. ¿También son gemelos?

–¿También? –pestañeó Stella confundida. Él señaló hacia su hermano Oliver–. ¡Ah! Sí, en la familia hay bastantes gemelos. Mi hermano y yo. Mis primas Ciana y Bianca –carraspeó– Aidan y Damon.

–Pero ellos no son parte de tu familia –apuntó.

–No. Pero si son parte de la familia de Ciana y Bianca. Su madre es hermana de la mamá de ellas.

–Excelente –Cayden mantuvo el gesto serio. Había esperado que no tuvieran que ver periódicamente a los Blake pero tal parecía que no sería posible. Y su preocupación era puramente egoísta, por supuesto. Detestaría que aquellas muestras de dramatismo de la noche pasada se hicieran habituales en Stella. No lo soportaría.

–Estás tan serio –Stella deslizó la mano por el brazo tenso de Cayden con suavidad–. ¿En tu familia no hay gemelos?

–No –contestó con sequedad. Por si una boda no fuera suficiente, Stella quería empeorarlo hablando de su familia.

–He escuchado que ustedes son varios hijos, ¿no?

–Somos seis –aclaró.

–¿Seis? ¡Vaya! Debió ser muy divertido crecer todos juntos.

–Probablemente, no sabría decirte.

–¿A qué te refieres? –Stella lo miró extrañada–. Sé que estudiaban en internados en el extranjero pero no es como si no fueran familia y...

–Rara vez nos veíamos –Cayden odiaba hablar de su vida privada. ¡Qué tortura! Y con lo que había estado disfrutando... ¿por qué Stella se había acercado?–. Quizás hemos estado una docena de veces en el mismo lugar.

–¿Una docena? –su rostro lucía estupefacto–. ¡Estás bromeando!

–No.

–Pero, Cayden, ¿cómo es posible...?

–Somos seis –repitió Cayden como si esa fuera su pregunta–. Giovanna es la mayor. Sigo yo, después Christabel, Dante, Elisa y Kevin.

–Oh –Stella se moría de ganas por preguntar algo más acerca de los Sforza pero notaba la incomodidad de Cayden. Si había pensado que antes estaba tenso, no sabía cómo nombrar a la fuerza contenida con voluntad de hierro que irradiaba de su cuerpo. Definitivamente no le gustaba hablar de su familia–. ¿Y qué pasará cuando estemos casados?

–¿Con respecto a qué? –inquirió Cayden desorientado por el cambio.

–A tu familia. ¿No los invitarás? ¿Los conoceré alguna vez?

–Si los conocieras, no estarías tan ansiosa por verlos –contestó burlón.

–Te conozco a ti y creo que eres, quizás, ¿el peor de todos?

–Seguramente –Cayden se sorprendió de esbozar una leve sonrisa divertida. Stella no se medía al comentar lo que pensaba y provocarlo.

      

Inevitable (Sforza #2)Where stories live. Discover now