8. Dos armas y Adam en el punto de mira.

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-¿Estás lista, Yess?- preguntó Stephanie a la puerta del cuarto de Yess.

La puerta se abrió y ella se apartó.

Contempló a la otra Yess. No la Yess atrevida que llevaba falda, top y un conjunto de lencería diminuta en Nueva York. Sino a la Yessie Roth que llevaba un Jersey y un vestido desde la cintura hasta los tobillos. Con unas sandalias color marrón que no combinaban.

-Creo que tía Cordelia se sentirá orgullosa de ti- dijo Stephanie. Cordelia era la hermana de la mamá de Stephanie, y mamá de Yess. Nunca fue un secreto sus tendencias reservadas. Obligó a Yess a llevar la mayor parte del tiempo ropas que cubrían todos y cada uno de sus atributos. Era un alivio que estuviera a más de tres horas de viaje en avión. La distancia no permitía ver lo que Yess llevaba la mayor parte del tiempo, porque la menor parte del tiempo no llevaba nada.

-Al menos mamá no se dará cuenta de lo que llevo abajo. Es mi recordatorio constante del cómo me visto.

Era muy extraño que en la secundaria Yess encontrara novio con esas fachas. Aunque Luke, su ex novio, no siempre fue el chico divertido tampoco. Se ocultaba en las sombras la mayor parte del tiempo y daba escalofríos cuando estaba cerca. Había oído rumores del cómo su mamá había muerto a manos de su papá años atrás. Pero las noticias hablaban de otras cosas.

Si su tía Cordelia viera a su verdadera hija en Brooklyn le daría algo.

En cuanto a la mamá de Stephanie, era un alivio que no fuera tan controladora y reservada. Era como las madres normales. Si es que su familia podía llamarse normal.

Tenía un hermano muy protector y un padre igual. Sólo su madre tenía el poder de calmarlos. Había visto lo mal que les cayó Daniel cuando se mudó a la ciudad y fue novio de Stephanie.

Tuvo que ser testigo del cómo apuntaban a Daniel con sus rifles. Aunque no pudo hacer nada para detenerlos, su madre lo hizo. Stephanie se arrepintió poco días después, detenerlos fue un gran error sabiendo como terminaría todo.

Agarró sus maletas y se dirigió a la puerta. No llevaban mucha ropa, ya que tenían la mayoría en casa.

Irían a Alabama. No sólo para escapar de todos en Brooklyn; sino para despejar sus mentes de los chicos que rompían sus corazones a cada segundo.

Cuando estuvieron abajo, el sol asomaba sus primeros rayos. Esperaron un taxi que las llevara al Aeropuerto Idlewild al sureste de New York.

El vuelo fue agotador; nunca antes creyó que pasar tres horas pensando en Adam fuera bueno tampoco. Nunca creyó que estar con alguien fuera realmente bueno, hasta Adam. Él sabía cómo hacer sentir bien a una persona y lo que sintió por él la hizo tener miedo al rechazo. Hizo que se sintiera mal por la vez que él la ignoró. Hubiera querido que las cosas estuvieran como antes; cuando congeniaban hablando de temas escritos en el libro que leían. Él era un chico extremadamente inteligente y sexy.

En cambio Yess, tenía una mirada vacía. Sólo se limitó a mirar por el ojo de buey. Y no tenía que ser una lectora de mentes o adivina para saber en qué o quien estaba pensando.

Era extraño que dos horas después, de estar en su apartamento comiendo helado, decidieran hacer sus maletas y hacer una visita de cuatro semanas a casa. Con el calor avecinándose, el verano era una excusa para ir de vacaciones a la madrugada.

Tal vez un poco de campo y aire libre era lo que necesitaban.

Llegaron cansadas a su destino tres horas después. Tomaron un taxi en la ciudad, para dirigirse a casa. Veinte minutos después se bajaron. Cada una tomó sus cosas y fueron por caminos separados.

Seduciendo al mejor escritorWhere stories live. Discover now