23. Cómo fue que alejó a Adam.

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—¡Lo encontré! —exclamó una jadeante Yess, precipitándose en la habitación con el brazo en alto sosteniendo una ampolla con un líquido transparente en el interior que claramente Stephanie podía vislumbrar.

—¡Señorita! Devuelva eso —gritó una enfermera detrás de ella.

Sus ojos se abrieron y lo escondió en su bolsillo. Yess tenía una cara como la de una niña que habían pillado con las manos en el frasco de galletas. Miró alrededor y se dio cuenta de la tensión en el aire. —¿Qué? —demandó.

La enfermera la arrastró fuera de la habitación, mientras chillaba, y luego volvió. —Lamento eso —observó a su alrededor y por primera vez se dio cuenta de la cantidad de visitas en el cuarto de su paciente. Suspiró de cansancio—. No pueden entrar mas de dos personas a la vez, les voy a tener que pedir que se marchen.

Lan y Ridley se miraron entre sí, mientras que Adam no apartaba su insondable mirada de Stephanie.

—Yo entré primero —le dijo Ridley a Landon, quien lo desafiaba bajo su escrutinio; un extraño comportamiento de una fanática de la banda. Desde donde Stephanie se encontraba, podía ver como algo se desencadenaba entre ellos. Ahora no era el momento de ver a través de otros. Su propio problema se desarrollaba como una película frente a ella.

Adam se dio la vuelta, claramente dispuesto a irse.

—No, chicos. ¿Pueden dejarme a solas con Adam? —dijo Stephanie con un nudo en la garganta y el temor a flor de piel.

Ahora él lo sabía. Y se estaba marchando como ella pensó que lo haría.
Mientras que con la cabeza gacha Ridley y Lan se marchaban, Adam se limitó a cruzarse de brazos y mantener una distancia, sin embargo, desde donde se encontraba, Stephanie oía el crujir de sus dientes y lo tenso que estaba su mandíbula.

Pensó en Adam escuchando a través de la puerta, con la mano en el pomo antes de entrar. Cada uno elige cómo, cuando y a quién revelar las cosas, pero no en cómo lo tomará la otra persona; y menos la persona que se verá afectada con tal reciente descubrimiento.

Ojalá tuviera una excusa para su comportamiento, ojalá pudiera fiarse de su propios impulsos, porque puso una mano en su levemente hinchado vientre y Adam siguió sus movimientos con una mirada inquietante.

Probablemente el pequeño destello de anhelo en las profundidades de su pupila fue un reflejo creado por el sol entrando en pequeñas tiras a través de las cortinas en la ventana. Supo que no tenía sentido ocultarle la verdad.

—Lo sabes todo —dijo ella. Sus ojos se encontraron de nuevo, ésta vez las de él eran dos joyas lejanas.

—¿Por qué lo escondiste? —preguntó sin inquietarse en lo más mínimo.

Ella apartó la mirada, odiando su serenidad. —Nunca tuve el amor de alguien, Adam. Desde pequeña todos los que estaban cerca o huían o se quedaban por una razón egoísta.

—Y yo huí —señaló él.

—Lo hiciste.

—Nunca fue por ti y lo sabes.

—Ahora lo sé.

— Pero elegiste no decirme la verdad —volvió a señalar él.

—Lo iba a hacer, te lo iba a decir cuando me sentía completamente segura.

Adam suspiró y se concentró en un punto en el hombro de Stephanie. El ternura que antes pudo adivinar ya no estaba. —Tienes miedo de que pueda irme de nuevo, pero lo supe todo antes de que lo digas en voz alta.

El corazón de Stephanie saltó un latido. No podía ser posible. —¿Qué?

—El doctor me lo dijo.

Seduciendo al mejor escritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora