10. Lago

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—Yo no dije nada.

—Lo hiciste.

—No.

—Sí.

Yess frunció el ceño. —Recibí un disparo, no me golpeé la cabeza, prima.

Stephanie suspiró derrotada. No se podía averiguar nada de esa manera. Yess había apedreado a los nervios una vez que puso su cara confundida. —Sé lo que dijiste. Y te creo. Adam no es lo que aparenta ser.

—Stephanie, todos necesitamos guardar algo para nosotros mismos. No podemos andar contándoselo al mundo. Todo a su tiempo, prima.

Stephanie sabía que tenía que esperar, sólo no podía con la espera que se hacía una eternidad. —Bien.

Yess tomó la mano de Stephanie. —Adam es un buen tipo. Es para ti.

Stephanie quería creer sus palabras. Lo intentaba con todas sus fuerzas. Y si ella decía eso y no la advertía de algo significaba que Adam estaba fuera del radar anti-Yess.

La mirada sabionda de Yess cambió a una pícara, con una sonrisa integrada en el combo -estoy pensando en cosas pervertidas-

—oh, no.

—¿Has hecho algo con el guapo vaquero que no se desprende de tu lado?

Santa madre. Si se lo dijera ella se volvería una profesional y daría la charla. Tal vez le daría el título de zorra profesional por inclinarse sobre un muy desnudo Adam.

Ella negó con una sonrisa. Pensando en las sucias cosas que ellos hicieron.

Adam tocó la puerta antes de entrar en la habitación. Por suerte interrumpiendo la cara conocedora de Yess. Ahora ella los miraba con complicidad. Maldición, era una experta en las relaciones de los demás.

—He traído café.

Stephanie agradeció y puso fuera del alcance de Yess. No sabía lo que ella debía o no poner en su sistema bajo los efectos de la morfina.

Hablaron tranquilamente con Yess. Establecieron una conversación dónde Yess la dirigía. Contaba sobre las diferentes enfermeras que la atendían y el doctor gentil que la cuidaba. Incluso contó historias vergonzosas de Stephanie en el hospital.

Adam sólo reía y rellenaba espacios con comentarios lindos.
Stephanie lo pilló observándola, sobre el borde de su vaso de café; con esa brillante mirada verdosa, que la sonrisa que jugaba en sus labios provocaba, le daban ganas de lanzarse a él y besarlo.
Sabía que Yess era consciente de ese intercambio mientras parloteaba, porque hizo una pausa para luego seguir.

Ella rió en algún punto de su historia.
Afortunadamente Adam sabía de lo que ella hablaba por lo que agregó algo.

Sin silencios incómodos. Se despidieron de Yess unas horas después. El horario de visitas era estricto. Ella dijo que le darían el alta al día siguiente y no hacía falta que volviesen. Prometió ir a nadar cuando sanara y pasar el tiempo con ellos.

Ya en el camión, Adam no regresó por el camino hacia la granja, ingresó a la ciudad.

—¿Adónde vamos?

—Me imaginé que tendrías hambre, por lo que vamos a comer a algún lugar. ¿Alguna sugerencia?

A Stephanie le gruñó el estómago en el silencio del automóvil. Ella se sonrojó y le dio una mirada de disculpas.

Adam sólo rió y se detuvo en un restaurant cerca de la playa. Ofrecía una bonita vista y no había muchas personas. Excelente para un tiempo de -comamos a Adam- Ejem... Comamos con Adam.

Seduciendo al mejor escritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora