Capítulo final.

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Hubo un pequeño segundo de sorpresa y luego una enorme y brillante sonrisa abarcó toda su cara.

Honestamente, Stephanie no fue a ella para contárselo, pero después de darse cuenta de que ella era la que la tuvo en el vientre por nueve meses, las palabras salieron solas. Después de todo era su mamá y su mejor amiga desde que la trajo al mundo.

Caroline la abrazó. —Voy a ser abuela ¡Tendré un nieto!

La puerta se abrió y el sonido hizo que voltearan.

El rostro de Yess estaba blanco de sorpresa.

¿Qué pasaba con las delgadas paredes y las personas detrás de ellas?. Eso sólo pasaba en las novelas, ¿porqué a ella?

—Seré tía —dijo, saboreando la palabra sin poder creerlo—. ¡Seré tía! —chilló luego, saltando y abrazando a Stephanie.

—Técnicamente no serás tía... —comenzó Stephanie.

Como una niña emocionada y una brillantez en los ojos, preguntó:—¿Es niña o niño?

—No lo sé. Aún no me lo dijeron.

Su mamá y Yess compartieron una mirada privada. Luego se echaron a lanzar nombres. Ella se recostó entre los mullidos cojines de la cama y miró el techo mientras ellas lanzaban nombres al azar.

Erin, Lea, Dixie, Bonnie, entre otros nombres absurdos.

Stephanie sólo podía pensar en Adam y no podía imaginarse lo que estaría haciendo. No iba a mentir, había estado revistando cada minuto su cuenta de wattpad, incapaz de mantenerse alejada del móvil. Sus actualizaciones carecían de emociones, eran frías como la personalidad de Gael. ¿Qué pasaría si él decidía que estaba cansado de aparecer en su puerta? ¿Cómo se sentiría ella el día en que él no se presentara más?. Sintió un dolor atravesar su corazón, como mil navajas afiladas jugando tiro al blanco.

—¡Anastasia! —gritó Yess.

—¿Anastasia?¿Como en cincuenta sombras de Grey? —se mofó Caroline.

—¿Qué tiene? —preguntó Yess.

—Es sólo que es muy literario, además nunca me cayó bien esa mujer...

Stephanie salió de la bruma mental en la que se encontraba y se incorporó utilizando sus codos como palanca. —Esperen...mamá, ¿has estado leyendo novelas para adultos?

—¡Pues claro! Sino, ¿de donde crees que sacaste esa adicción a la lectura?. Aún me acuerdo cuando obligué a tu padre a que leyera cien formas de seducción de una escritora de aquellos tiempos. Dos semanas después apareció tu hermano. Lastimosamente la cigüeña no trajo un libro de cien formas de criar a un hijo.

Stephanie agarró un cojín y enterró su rostro bajo este, amortiguando sus palabras incoherentes.

—¿Y si es varón? —inquirió Yess.

Luego volvió a reiniciar la batalla de nombres, esta vez de personajes ficticios.

Ridge, Will, Warren, Colton, krit... Y la ronda comenzaba de nuevo...

—¡Cuatro! —exclamó Yess tras una intensa búsqueda en su diminuto cerebro.

—Cuatro ni siquiera es un nombre, ¿por qué no se llama Magnus?

—¿Como Tobías Eaton y Magnus Bane? —preguntó Stephanie.

—¿Quién otro? —cuestionó su mamá.

Y otra ronda de palabras incoherentes debajo de la almohada por su parte. Esto era tener una familia con una adicción insuperable a los libros.

—Sólo necesitamos la aprobación del papá... —logró escuchar decir a Yess.

Seduciendo al mejor escritorTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon