CAPÍTULO DOS

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Ana.



No sé si hice bien en venirme... No sé por qué demonios huyo de los problemas.

—No quiero verlo, me ha traicionado —dije mientras me abrazaba mis piernas. A un lado tenía la laptop con la página de la inscripción abierta para la Escuela Militar.

—¿Crees que huyendo solucionarás todo, Sofía? —Harry me mira con los brazos cruzados— ¿No quieres hablar con él?

No puedo... No tengo el valor para verle el rostro.

—Harry, es mi vida —coloqué la laptop sobre mis piernas y comencé a llenar el formulario.

—Solo espero que no te arrepientas luego, debes dejar tu orgullo y necedad a un lado, Ana —suspiró—. De seguro tiene una buena excusa para que eso haya sucedido.

—¡No le defiendas! —le exclamo—. Es solo un idiota al cual no deseo ver más.


¿Está seguro de que desea inscribirse?

Si_ No_


Le di sí y finalicé enviando el documento.


No es la primera vez que me sucede eso, es decir, siempre que tengo un problema con respecto al amor huyo despavorida y no les quiero ver el rostro más nunca.

Por otro lado, no es tan malo el lugar.

Hago deporte diario y por mi buena conducta no he tenido ni un solo castigo. Intento no hablar con nadie para no tener problemas; hay muchas chicas que al ser superiores te tratan como ellas quieren.

Estudio Arquitectura igual, la Escuela le da al miliciano muchas oportunidades de carrera y entre estas está mi preciosa Arquitectura.

Me han tratado mal varias veces, gritos y llamados de atención por estar perdida en mi mundo. No tengo amigas, solo compañeras, en estos lugares es bueno llevarse con todos pero no confiar en nadie.

—Cadete, visita —el Comandante me hace salir de mis pensamientos.

Me encontraba leyendo sobre mi cama. Es sábado, por lo que es día de visita. Sinceramente no espero visita de nadie, Harry está fuera del país por su empresa de exportaciones, mis padres trabajan y mi hermano está enfermo.

—¿Perdón, mi Comandante? —le pregunto algo confundida a mi superior para que me repita lo que ha dicho.

—¿Acaso no me oyó, García? —el superior me mira con desdén— ¡VI-SI-TA!

Grita.

Respira Ana. No le mires mal... Sino te pondrán a correr bajo el sol.

Estúpido, mal educado.

Me levanto de mi asiento y camino hasta la Sala de Visitas. Antes de abrir la puerta arreglo mi camisa unicolor verde, me subo un poco los pantalones de camuflaje y me paso los dedos por el cabello ahora corto y de su color natural.

Busqué a alguien que me pareciera familiar pero no...

Esperen...

Chico sexy a la vista.

Logré divisar a un hombre con cabello largo y barba.

El hombre estaba sentado en uno de los sillones viendo a través de la ventana, vestía una camisa de "The Walking Dead" negra, unos jeans gastados pre-lavados y unas Converse negras. 

El hombre volteó.

Me tensé...

¿Jared?

**

Estaba sentada en el sofá individual frente a Jared.

Sí, el hombre no se había cortado el cabello en meses (Le crece muy rápido) y mucho menos se había afeitado la barba, esta solo un poco más larga de cómo la recuerdo.

Está más delgado, sus pómulos están pronunciados, su piel está bastante pálida y ojos. Sus hermosos ojos carecen de brillo.

—A-Ana... Yo —intentaba hablar.

Nunca le había visto así, tan frágil.

—¿Qué quieres? —espeté seria.

Me miró directamente a los ojos y vi como pequeñas lágrimas se asomaban por sus orbes.

Mierda, que sensible está.

—Lo lamento —susurró—. Simplemente te diré eso, eres tan infantil que ni siquiera querrás escucharme.

Fruncí el entrecejo por su comentario.

—No soy infantil, idiota —dije y él suspiró.

— Si no eres "Infantil"—Hace énfasis con sus dedos— ¿Por qué mierda huiste como una gacela siendo perseguida por un león?

Oh, Touché.

—Porque... Porque...

¡Odio cuando no sé qué decir!

—¿Me escucharás, Ana? —me miró serio.

—No —me cruzo de brazos y le miro con el ceño fruncido y un puchero.

—Pues te vendré a ver hasta que me dejes explicarte — Me informa con una sonrisa.

—No te recibiré, estúpido.

—Yo me las sé todas ¿Recuerdas?

Tragué en seco.

¿Qué planea?

—Me escucharás, quieras o no —se encoje de hombros— Me vale una mierda lo que pienses.

Solté un gruñido, me levanté del sillón enojada, dispuesta a irme, pero este se levantó, tiró de mi brazo y con una de sus manos me tomó por el mentón.

—Dime que no me quieres y te dejaré para siempre —susurra sobre mis labios.

Mierda...

¡Malditos sentimientos!

Me solté de su agarré y le vi molesta.

Bueno, intentaba estar molesta.

—Púdrete.

—También te amo, Ana.

Y lo último que escuché antes de salir de la sala fue su risita burlona.

Estoy jodida. 

El Mejor Amigo De Mi Tío: Idiota (Book #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora