CAPÍTULO OCHO

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Ana.



Desde mi llegada a la Academia Elison se ha estado comportado algo extraño. Entiendo que debemos tener una relación netamente Oficial/Subordinado, pero el mandarme a estar una hora firme bajo el sol sin ningún motivo... Es absurdo.

Mariana y yo nos encontramos en "La Hora Del Cadete". Es decir, luego del almuerzo antes de comenzar la rutina nuevamente nos dan la oportunidad y el tiempo libre de hacer lo que queramos, desde pintarnos las uñas hasta leer un buen libro y navegar en internet.

—Es bastante injusto eso que hace el Oficial Ford contigo, Ana —Mariana frunce su ceño mientras pinta sus uñas de blanco—. ¿Qué le picó?

—No lo sé —suspiro—... Es decir, el día que salimos estaba bien. De hecho vio a Jared en el Centro Comercial y le dio igual.

—¿Estará celoso? —la morena me hace caer en cuenta.


Recién había llegado a la Academia, firmé mi asistencia y corrí a mi habitación a cambiarme. Al salir bajé al comedor a merendar y me encontré con Elison; el cual me miraba con una cara de pocos amigos la cual me preocupó mucho.

Él normalmente me mira de una manera un tanto distinta...

Iba subiendo las escaleras mi habitación cuando me lo encontré cara a cara, le hago el típico saludo militar y me mira serio.

—¿Disfrutaste tu fin de semana libre, García? —dijo entre dientes. Yo le miré confundida pero asentí.

—Bien —me hizo una mueca intentando parecer sonrisa—... Porque este fin de semana no podrás salir.

—¿Qué? —le miré con sorpresa— ¿Por qué?

—Porque yo lo digo.


—¿Crees que sepa que volví con Jared? —dejo mi lima de uñas sobre la pequeña mesa de noche que está a mí lado.

—Tal vez, posiblemente tenga la intuición. Jared es bastante infantil y por venganza pudo decirle algo —Mariana me vio sonriente—... Tu hombre es algo infantil a veces.

Río.

—No creo que lo haya hecho...

Oh bueno... No quiero creerlo.

**

Me encontraba limpiando la biblioteca junto con otros compañeros milicianos. El Almirante nos hacía la típica supervisión, yo estaba limpiando uno de los estantes, había dejado los libros en el suelo y le pasaba un pequeño pañuelo húmedo a los anaqueles para quitar todo rastro de polvo.

—Cadete García —dirijo mi vista al Almirante, hago el saludo y me sonríe—, veo que es bastante buena limpiando.

¿Buena para limpiar? ¿Yo?

Yo limpio aquí porque no tengo otra opción.

—Entonces, quería pedirle un favor —asiento y el hombre se acerca más a mí. Casi invadiendo mi espacio personal—: quiero que me ayude a limpiar mi oficina esta tarde, ¿bien?

Este tipo es raro... En verdad. Tiene algo, algo que no me hace confiar en él.

—Sí, Almirante.

**

Eran ya las 6pm y cené con prisa para poder ir a la oficina del Almirante. Me había colocado mi pantalón de deporte verde oscuro, una camiseta blanca manga corta, mis botas de deporte y me había recogido el cabello con una liga.

—Buenas tardes, Almirante —abro la puerta y el hombre me sonríe.

—Buenas tardes, Cadete García —el hombre me estrecha la mano—, antes de limpiar quería saber si —la mirada del hombre se oscurece y me hace sentir un tanto abrumada—... ¿le apetece algo de té? —me muestra un juego de té y de la tetera sale un poco de vapor.

Asiento y acepto por deber, no por querer.

—Es té de toronjil —el Almirante me extiende la pequeña taza con el líquido caliente y lo tomo—... Dicen que es bueno para relajarse.

Tomo dos sorbos.

—¿Relajarse? —le miro un tanto confundida.

¿Por qué querría yo relajarme?

Por alguna extraña razón estoy comenzando a sentirme algo débil y adormilada.

El hombre comienza a acercarse a mí, me toma de los hombros y me hace tirar la taza al suelo. Le veo a los ojos y su mirada me aterra; no había ni una pizca de amabilidad en ella... Al contrario, solo estaba oscura y llena de lujuria.

Intento alejarme un poco del hombre, pero todo me da vueltas...

Mierda, mierda, mierdaaaa.

—Así es, Ana —veo con terror como el Almirante comienza a desabotonarse su chamarra de camuflaje—. Debes relajarte para poder divertirnos.

¡No!

¡No, no, no!

Intento golpearlo como mejor sé hacer... Pero, me encuentro tan débil que no logro ni rozarlo. Él me toma con aún más fuerza de mis hombros y lleva su asquerosa boca a mi cuello para comenzar a besarlo. Lo golpeo y grito. Lastimosamente mis golpes ni cosquillas le hacen y mis gritos parecen quedarse atascados en mi garganta causándome más pánico.

Con sus manos logra romper mi camisa y comienza a tocar mis senos por encima de mi sujetador.

Nadie se encuentra por el tercer piso en estos momentos ya que todos yacen en sus habitaciones descansando.

¿Acaso hice algo mal, Diosito?

¿Este es tu castigo por algo que hice?

Nadie merece una cosa así...

—¡AYUDA! —logro por fin gritar y siento como mi propia voz rasca mi cuerdas vocales. Creo que nunca había gritado tan fuerte en mi vida.

—Cierra la boca, maldita sea —el Almirante me da puñetazo en el rostro noqueándome así por completo.

Quizás... Lo merezco por haber huido como una cobarde. 

El Mejor Amigo De Mi Tío: Idiota (Book #2)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن