Parte 33

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 Nos tomamos unas cuantas fotos más y luego disfrutamos de la última media hora de nuestro cóctel. No comí demasiado, pero me aseguré de tener mi Martini princesa. Después de la hora del cóctel, todos nos dirigimos a la recepción.

Se ve mucho mejor de lo que soñé.

   El enorme salón con vistas hacia la Plaza Lights, los enormes candelabros de cristal, las piezas de árboles de hielo chorreando con cristales, la iluminación púrpura pálido, mi pastel de chocolate de cuatro piezas, los cubiertos brillantes, los manteles hermosos de seda.

 Phillip me toma la mano y dice—: ¿Te diste cuenta que cambié los centros de mesa?

 Miro a mí alrededor un poco más. Estoy un poco abrumada porque todo lo que puedo pensar es en lo mucho que a mi madre le hubiera encantado esto.

Después me doy cuenta que no todas las mesas tienen un árbol como centro de mesa. Algunas tienen enormes arreglos de flores color rosa pálido que nunca antes había visto. —¿Las rosas?

 Phillip sonríe. —Sí, cada uno cuenta con cuatro docenas de rosas. Estoy bastante seguro que yo gano por el ramo más grande que has recibido.

—Ya ganaste ese concurso cuando nos comprometimos.

  —Lo sé, pero le dije a Amy esa historia, y dijo que cuatro docenas de rosas serían la última profesión de amor. Te amo, en el caso de que no lo supieras todavía.

Me besa la punta de la nariz.

  Presiono mis labios con los de él y digo—: Creo que tengo un esposo increíble.

***

A mitad de la cena, realmente tengo que hacer pis.

Otra vez.

     Y esto es algo que nunca se ve en una película de princesas de Disney.

Nunca muestran el esfuerzo que se necesita para hacer pis en un vestido de gala.

 Tengo una epifanía repentina mientras que una tropa de mis damas de honor están en el baño conmigo.

  —ÉSTA es la verdadera razón por la que Cenicienta tenía ratones y por qué Blanca Nieves tenía a esos molestos enanos. ¡Los necesitaba para que sostuvieran su vestido mientras ella orinaba!

—Tal vez deberías de dejar de beber tanto —Me dice Lori.

  —No es mi culpa que Phillip siga dándome botellas de agua. Las botellas de agua que no recuerdo haber pedido, pero tal vez sí, ya que tienen mi monograma de bodas en ellas. Me dice que tengo que mantenerme hidratada, como si fuera mi gran juego.

—Bueno, de alguna manera lo es —dice Lori.

   —Eso es cierto, pero cuando él tiene que hacer pis, no necesita un pequeño ejército de padrinos para abrir su cremallera.

  Y justo cuando todas están en su lugar, mi vestido levantado, y estoy en posición para hacer pis, Lisa dice—: Uh, espera un segundo.

Después deja caer su esquina del vestido y corre hacia el cubículo de al lado.

Katie me dice—: Necesitas escoger a tus enanas con más cuidado.

 Todas nos reímos y tratamos de no estar asqueadas por el sonido de Lisa vomitando.

 Me encuentro a mí misma calculando mentalmente el costo de ello.

Aperitivos, tres martinis princesa, un par de tragos, cena de filete. Maldita sea, son como 300 dólares de vómito. Es en ese momento que decido pasar por alto el agua y comenzar a aprovechar el alcohol un poco más.

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