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Conjunto de recuerdos

II

Minseok sacó de su armario aquella caja de recortes del periódico escolar, en el que escribía y publicaba a pesar de que lo molestaban, a pesar de que no lo tomaban en serio.

De todas formas lo hacía solo para él.

En un principio no quería sacar la caja ni quería ver cada recorte, pero después de estar una hora criticando sus propios escritos decidió buscar los antiguos, para recordarse que están bien mientras provengan del corazón y para recordarse de que ha crecido como escritor, que está bien.

Para Minseok algunas veces era difícil conseguir su propia aprobación y se supone que es la más importante.

Tomó un recorte que no era para nada prolijo, sabía que se trataba de uno de los que Jongdae arrancaba del diario, lo que quiere decir que era uno de sus favoritos.

Satélites. Así se llama el pequeño poema.

¿Nunca se preguntaron la forma en la que se siente un satélite?

Que pensaba estar rodeado de estrellas pero terminó rodeado de vacío.

Que observó como desde lejos las estrellas se murmuraban cosas entre sí.

Porque no pertenecía ahí.

Sin embargo tenía que estar ahí.

Solo en el espacio, con un objetivo que ya no quería cumplir.

Porque no era una estrella, no era natural, no era como lo demás.

Pero tenía que estar ahí.

—Puedo hacer que hasta un satélite se vea deprimente... —murmuró Minseok para si mismo—, cool.

Enseguida tomó otro, le había gustado mucho recordar el poema del satélite que escribió en una aburrida clase de geografía.

El que tomó luego era uno curioso, también estaba arrancado por Jongdae del diario y este había subrayado con resaltador cada línea del escrito. Su título era gracias y fue la última cosa que escribió para el diario escolar.

Dentro de un casillero vivía  y nadie conocía la combinación, sin embargo todos se asomaban por las rejillas para mirar y burlarse, para escupir dentro o para quemar con colilla popular.

En los agitados pasillos se escondía tu mirada, y a nadie le preocupaba que caminaras con la miraba baja, y a nadie le preocupaba que no quisieras hablar, y a nadie nunca le preocupaba lo esencial.

Y por un momento cerré los ojos y cubrí las rejillas con mis manos, me quería quedar sin aire.

No funcionó.

Y ya no quería mirar la rejilla más nunca y un día de casualidad estabas ahí y solo mirabas, y mirabas, y pasabas todos los días hasta que abriste mi casillero y me dijiste que nunca estuvo cerrado. Y me ayudaste a cambiar, sin embargo el mundo nos seguía hiriendo con colilla popular.

Nos metimos juntos en el casillero y no nos fue tan mal, parecía seguro, cómodo y cálido aunque la maldita rejilla siempre estaba ahí.

Pero tus palabras también.

Y tus besos.

Y a la final nunca salimos de ese casillero, pero aprendimos a vivir en él y eso era suficiente y suficiente era mucho para nosotros.

Minseok se puso a llorar, no lo iba a negar, era sensible, pero estaba bien, le gustaba ese poema, lo que significaba y Jongdae había dibujado un corazón al lado del título y Jongdae nunca hacía eso.

Tal vez, debería sacar esa caja más con más frecuencia.

Minseok había conseguido también sacar de la caja una curiosa colección recortada por él, estaban todos los papeles juntos, sostenidos por un viejo clip y Minseok leyó cada uno con tanto sentimiento que se olvidó de para qué lo hacía. Se había perdido en su yo pasado.

Pensamientos por segundo. Fue el primero que leyó, era muy corto pero explicaba mucho de él.

No se puede parar el tiempo.

Y no puedo parar mis pensamientos.

Y duele.

Duele como cuando no puedes regresar el tiempo para cambiar algo que sucedió.

Después leyó No pares que iba de su primera vez con Jongdae. Todavía se sonrojaba como un tonto al leerlo.

Paré de pensar.

Y fue con un buen método.

Paré de pensar.

Y tengo que admitir que también dolió.

Pero fue con un buen método.

Paré de pensar.

Y colisionamos, y dejé caer en tu piel mis inseguridades, y dejaste caer en mi tu infinito amor y recibí cada centímetro de tu roto ser y nuestros pensamientos se extinguieron, y estábamos completos, te juro que estábamos completos.

Y eramos perfectos.

—A mi me gusta mucho ese, tal vez podría inspirarte de nuevo para uno así.

Minseok elevó su cabeza y ahí estaba Jongdae de pie junto a la cama, leyendo lo que ya había leído él.

—Después —le dijo Minseok y tomó todo para luego levantarse—. No los puedo dejar morir en la caja —le dijo con una sonrisa a Jongdae desde la puerta—. Los publicaré, ¡los publicaré! —gritó Minseok emocionado mientras corría por el pasillo directo a buscar el teléfono.

Jongdae también comenzó a sonreír, por fin Minseok se había dado cuenta de que cada uno de sus escritos eran y todavía son perfectos.

Enough ; Chenmin | Xiuchen  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora