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La lluvia caía fuertemente contra la ventana, miraba las gotas de lluvia bajar y mojar a todas las personas que corrían por la calle buscando refugiarse de la lluvia. Excepto por una pareja de adolescentes que aprovecharon el desesperado momento y lo convirtieron en uno romántico. Ambos se estaban besando bajo el faro de la avenida, sin importarles que la lluvia los empapara.
—Eso solíamos hacer—susurré y miré con una media sonrisa a la pareja.
—¿Con quién solías hacer eso?—preguntó la voz de Sam detrás mío, sonreí y lo miré.
—Con la única persona con la que he hecho eso, contigo—respondí y él sonrío dejando a la vista sus hermosos hoyuelos.
—Aún podemos hacerlo—repuso y lo miré atenta.
Él se acercó lentamente hacia mí y me sostuvo entre sus brazos.
—Sé que últimamente he estado alejado de ti, que quizá no pasamos el mismo tiempo juntos. Pero yo te amo, Honey, te amo con la misma intensidad del primer día. Te amo como te amaba hace dos años cuando me derramaste el café en el suéter.
Reí bajando la mirada, avergonzada. Él sonrío y besó la punta de mi nariz.
—¿Qué?—balbuceé sorprendida y él frunció el ceño levemente.
—Creo que estoy pensando en voz alta—rió pero luego me miró a los ojos, tomando mi mano—Quiero casarme contigo, de verdad. Juro que nunca en mi vida he querido algo como ahora, quiero casarme contigo. Quiero verte despertar, quiero que me sonrías por las mañanas cuando te despierte, quiero abrazarte al dormir, quiero mirar tus extraños gestos cuando lees, quiero ver como te emocionas cada vez que sale una película que te gusta en el cine, quiero ver contigo tus series favoritas y ponerme celoso de que ames tanto a los protagonistas...
—Te amo más a ti—susurré con la voz rota.
—Y yo a ti, preciosa. Quiero ser yo quien te acompañe en las grabaciones, quiero sostener tu mano y que los paparazzis nos tomen miles de fotografías, quiero que al mirarte, todos sepan que eres mía y yo soy tuyo, quiero compartir mis días y mis noches contigo. Eres lo mejor que me ha podido pasar, y estoy seguro que no podría pedir nada mejor—puso cara pensativa y continuó:—quizá sí, un bebé, un bebé nuestro y nuestra felicidad estaría completa. Así que Amara Singer, ¿me concederías el más grande e increíble honor de mi vida, aceptando ser mi esposa?—preguntó de rodillas con un hermoso anillo entre sus manos.
Asentí repetidas veces, mientras trataba de controlar el llanto que peleaba por salir de mi garganta.
Sam me tomó entre sus brazos elevándome del suelo.
—Te amo—dijo en medio del beso—Te amo y sé que no voy a amar a otra persona ni la mitad de lo que te amo a ti.
—Te amo, Samuel George Claflin.
—Yo te amo muchos más, Amara Danielle Singer—se quedó callado y sonrío—Pronto te diré Amara Danielle Claflin.
Sonrió otra vez y besé los hoyuelos en sus mejillas, esos que amaba ver.
