Capítulo I

7.3K 316 29
                                    

Pov's Samantha.

Siempre me había gustado viajar en avión, me relajaba mirar el cielo. La ciudad de Washington, mi nuevo hogar. La ansiedad por llegar estaba presente en mí, me gustaba mi anterior trabajo, pero ya no era lo mismo. Cuando Derek trabajaba allí, las cosas eran distintas; ahora me sentía excluida e incluso inútil. Sabía que ayudábamos, pero no esperaba que el hecho de no tener compañeros más allegados o con quién hablar hiciera las cosas tan monótonas. Derek se había convertido, con el tiempo, en un compañero fiel y un amigo inigualable. Actualmente, se encuentra trabajando en Quantico, Virginia para la UAC. Me rehusaba a la idea de decirle que, al fin de cuentas, tenía razón. Él me había dicho que me viniera aquí con él, pero yo, como toda testaruda, no quise dejar mi comodidad en Paris. Hace un mes, Derek me presentó la posibilidad de trabajar junto a él y su equipo. Ante mi monótona realidad, no perdí ni un segundo en aceptar. Y aquí me encuentro, en un avión directo a Washington D.C, predispuesta a algo diferente.

Se escuchó la voz del piloto, avisando que estábamos por aterrizar. Al fin conocería a aquellos que mi amigo considera parte de su familia. Cada vez que conversábamos sobre su empleo, me contaba de los agentes que trabajaban junto a él. Se notaba el cariño que les tenía, y viniendo de Derek, quien no confía en cualquiera fácilmente, da mucho que decir.

Al aterrizar, busqué mis maletas y me quedé esperando cerca de la salida. Derek prometió pasar a buscarme en cuanto llegara, por lo que debía estar por llegar o ya se encontraba en el lugar. Escuché un chiflido detrás de mí, y al girarme me encontré con un guapo moreno vestido con unos pantalones oscuros y una renta simple. Su sonrisa iluminaba su rostro y l mía apareció al reconocer a Derek Morgan.

- ¡Oye! No soy un perro para que me chifles - dije falsamente ofendida mientras me acercaba a él rápidamente y lo abrazaba.

Él me devolvió el abrazo - Tienes razón... los perros son más agradables - , golpeé su brazo débilmente mientras nos separábamos.

- Yo también te extrañé - espeté sonriente, él rió.

Era un hombre imponente, su presencia siempre era destacada. Parecía seguir igual luego de algo de tiempo de no vernos, solo que ya podía notar unas leves líneas de expresión al contorno de sus ojos; el tiempo corría para todos, incluso para el y para mi, aún con nuestras escasas décadas vividas.

Comenzamos a caminar fuera del aeropuerto, él tomó una de mis valijas. - Te noto algo distinta Sam, ¿qué tal la vida en la ciudad del amor? - preguntó, rompiendo el cómodo silencio.

- Nada emocionante, sigo siendo la misma Samantha Brooks de hace tres años - me encogí de hombros mientras él colocaba mis maletas en la parte trasera de su auto.

- ¿Algún muchacho que revolotee por tu cabeza? - me dijo con voz burlona.

Su coquetería en un principio fue fácil de reconocer, pero mientras más nos conocíamos, mas entendí que aquello formaba parte de ella personalidad de aquella gran persona. Siempre tocaba aquel tópico, pues nunca me habías visto enamorada, ni siquiera con alguien para pasar el rato. Nunca tuve tanto autoestima como para moverme tan fácil en los caminos del amor y los deseos esporádicos.

- No, la ciudad del amor junto a sus hombres y trabajar para la Dirección Central de Inteligencia de Francia, no coordinan - expliqué sin darle mucha importancia, ya que al fin y al cabo, no me quejaba de mí soltería.

Subimos a su auto, y él encendió la radio. Esa clase de preguntas siempre retumbaban en mi cabeza, no porque me molestaran, sino que recordaba que al final, no solo era mí falta de valor lo que me alejaba del romanticismo, puesto que tampoco era la más codiciada. Para la sociedad, no era el punto más atrayente. Mis ojos azules y cabello rubio podían hacer asentar prejuicios en mi, por lo que muchos me creían estúpida o mismo una "fácil", aquellas características estúpidas que crean. Pero al final, con una inteligencia como la mía, puesto que un IQ más elevado que el promedio era difícil de tapar, era suficiente para ahuyentar a cualquier por algún motivo. Amo los libros, y no me avergüenzan ni un poco mis habilidades. sin embargo debo admitir, que disfruto de mis cualidades sola, por lo que alguien alguna vez vio más en mi, no tuvo oportunidad igualmente, porque yo no lo permiti.

Stitches (Spencer Reid)Where stories live. Discover now