Capítulo XI

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Pov's Samantha.

En mi cabeza resonaba cada tic tac de las manecillas del reloj de mi habitación. Me encontraba un tanto nerviosa, no por ser encubierto, sino por lo que tendría que simular. Sé que me atrae Reid, y demasiado, lo reconozco, pero eso hará más incómoda la situación, al menos para mi. Decidí comenzar a arreglarme, por lo que tomé una ducha.

Me encontraba frente al gran espejo del baño, envuelta en una toalla, asimilando que quizás la situación no sea tan mala. Todo sería para ayudar a aquellas mujeres y si tenía que ponerme en esta situación por ello, ignoraria mis quejas. Al salir de allí, me dirigí hacia un mueble en el que se encontraba mi ropa. Luego de ponerme mi ropa interior, que consistia en bragas y un brasier color negro, me coloqué una bata, ya que faltaba lo suficiente como para no colocarme el vestido.

Alguien llamó a mi puerta, tomándome por sorpresa. Me acerqué a preguntar quién era, llevándome la sorpresa de encontrarme con una rubia sonriente.

- García - saludé alegre.

- Estamos solas Sam, dime Penélope - dijo mientras entraba.

- ¿Qué haces aquí reina de las computadoras? - pregunté a mi, ahora, amiga. Debía admitir que luego de varios meses, ya le tenía cariño.

- ¿No es obvio? Vine para ayudarte a arreglarte - respondió.

- García, voy a atrapar a un asesino, no a una cita - expliqué graciosa.

- Pero vas con el chico que te gusta- inquirió mientras guiñaba un ojo.

- Pero vamos a atrapar a varios asesinos, ahora que recuerdo - dije con un dedo sobre mi mentón.

- Y vas a estar sexy - "contraatacó" ella.

- Y vamos a estar actuando - contrarreste yo.

- Pero los sentimientos no serán actuados... - me miró fijamente, y la interrumpí antes de que pudiera continuar hablando.

- Por favor, dejemos estas estupideces de lado - dije tomando con dos de mis dedos la parte más fina de mi tabique.

- Sabes que tengo razón - la miré con cansancio - Pero como soy muy buena, vamos, comencemos a arreglarte - golpeteó suavemente el respaldar de la silla frente al tocador.

No debía estar extremadamente maquillada, mi peinado tampoco debía ser extravagante, solo debía mirarme elegante y algo sensual. García se encargó de alisar mi cabello en la parte superior y realizar unas disimuladas ondas con el mismo artefacto para alisar. Mientras, yo aplicaba productos en mi cara. Utilicé lo necesario para cubrir cualquier imperfección visible y contorneé e iluminé mi rostro, dándole más forma. También realicé una oscura línea sobre mis pestañas en mi párpado, haciendo una delgada punta en su terminación; agregué máscara a mis pestañas para aparentar más cantidad. Rellené sutilmente mis cejas y por último, agregué un labial de un tono rojizo, un tanto apagado, pero que se resaltaba sobre mi pálida tez.
Me miré en el espejo y quedé maravillada con el resultado de estos simples pero notorios agregados.

- ¡Quedaste perfecta! - aplaudió como una niña pequeña, y yo reí ante su acto. - Hora de ponerse el vestido mi niña - dijo tomándome por los hombros, y guiándome para agarrar el vestido que se encontraba sobre mi cama.

Sinceramente, adoraba este vestido, acentuaba mis no tan extravagantes curvas. Era negro de mangas cortas por debajo, y estaba cubierto por un hermoso encaje, que formaba largas mangas y un bonito cuello sin cubrir mi busto. No era extremadamente corto, sin embargo, lucía excelentemente mis piernas, junto a mis tacones negros.

Al voltearme hacia García, esta sonrió, pero luego quitó falsas lágrimas de su rostro.

- Me preocupa Spencer - dijo, yo reprimí una risa. Sería yo la que tendría problemas al ver al genio, seguramente. Aunque se que el debe estar igual de disgustado con ésto.

Stitches (Spencer Reid)Where stories live. Discover now