Capítulo 1

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Uno, dos, tres, cuatro y... uno más, vamos Liese, deprisa. Tomé los pequeños tanques que contenían gas del almacenamiento de los militares, cualquiera que me viera me mataría porque estaba claro que lo que están haciendo era poco ético y muy seguramente estaba violando alguna norma.

Arrojé lejos el tanque vacío de gas que había estado usando por algunas semanas y lo cambié por uno nuevo, a mi equipo ya le hacía falta uno. El equipo de maniobras que me había acompañado por varios años también lo había robado, pero la historia era diferente y se trataba de un militar muy despistado. Después de todo, creo que no les hacía falta uno menos, después de todo la muralla María ha estado intacta durante un siglo, no había nada de que preocuparse.

Salí a velocidad máxima trepando las paredes gracias al equipo y con la precaución de no ser vista.

Mi próximo objetivo sería un puesto de comida que afortunadamente se encontraba vacío, el dueño había sido descuidadado en dejar desatendido su local, mejor para mí.

Sigilosamente entré en él y robé todo el dinero que tenía almacenado dentro en su caja. No era mucho, pero al menos me  alcanzaría para alimentar a mis hermanos menores por una semana por lo menos.

George y Ray.

George tenía quince y Ray doce años. ¿Nuestros padres? Nuestros viejos salieron alguna vez  por la muralla y nunca habían vuelto, por ende; yo era la cargo. Tenía veintiun años y he podido vivir sin ninguna molestia ha falta de mis tutores.

Suerte la mía... No, la suerte es para mediocres.

—¡Hey, hey, hey! —escuché detrás de mis espaldas. Sin mucha importancia y con desinterés  volteé a ver de quién se trataba.

¿Acaso ese era el sujeto del cuerpo de exploración del que últimamente se estaba hablando?

¿... Levi?

Guarde ágilmente el dinero dentro de un bolsillo de mi vestimenta para después comenzar a escapar de él sin voltear a verlo.

No era la primera vez que nos encontrábamos, sabía lo que tenía que hacer para burlarlo.

Trepaba y corría por las paredes, hasta llegar a un callejón sin salida... pareciese como si de un momento a otro desconociese las calles de estos rumbos y como si fuera poco, creer que había perdido a ese hombre.

—Fue sencillo esta vez... —susurré para mí misma y después reír mientras iba de salida, hacia mi hogar. Quería ver a mis hermanos ya y contarles las nuevas buenas de mi día. La sonrisa de triunfo que mantenía ilustrada en mi rostro se borró en cuestión de segundos, debido algo inoportuno.

—Se acabó tú libertad —explicó el con esa fría voz detrás de mi espalda. Me tensé y detuve mi paso en seco.

—¿No te han dicho que seguir a la gente es de mala educación? —bufé en protesta— No he sido la única que ha robado algo —comenté de mala gana mientras giraba a verlo—verás, entre los aldeanos y algunas mucamas de las vecindades rondan muchas leyendas sobre los Ackerman... No sé cuál de ellas sirva de etiqueta para ti —recité resumidamente.

El azabache permaneció serio, mientras sacaba una de sus cuchillas de su equipo de maniobras.

Este hombre... iba en serio, ¿verdad?

— Wow, wow, tranquilo, no tengo intenciones de pelear, es un día bastante soleado para hacerlo nublar, ¿no crees? —interrogué enarcando una ceja — tú sabes, amor y... Paz —comenté mientras acariciaba los controles del equipo.

espontáneo; Levi Ackerman [En Edición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora