#ElSecretoQueMásDuele

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Quedamos a eso de las 5 en la pista de skate porque sabíamos que más tarde iba a estar llena de, en mi opinión, niñatos de primaria que van con los patinetes solo para alardear y que luego no saben ni montar, pero en fin, ese es otro tema. Como Holden me pidió, llevé el skate, al igual que Candy (creo que se lo pidió también a ella). Estuvimos hablando, comiendo pipas y golosinas que Candy no paraba de comprar y patinando, incluso Mabel estuvo grabándonos a Candy y a mi mientras patinábamos en la U (o rampa, cómo se le llame). Dijo que luego lo editaría y que quedaría muy chulo. Ni siquiera sé para que querrá un vídeo (editado o no).

Cuando ya nos cansamos de patinar y de comer pipas nos fuimos a dar una vuelta, ya que era todavía muy pronto para irse a casa (aun siendo domingo). Decidimos ir a la plaza y sentarnos en algún banco a hablar. Ya llevábamos ahí como unos 10 minutos cuando de pronto, cuando Holden y yo (por así decirlo) estábamos hablando solos, notamos cómo las chicas se mensajeaban entre sí (al menos era lo que parecía porque ninguna de las dos estaba hablando con la otra).

- ¿Qué, secretos salseantes que no queréis compartir con nosotros? - dijo Holden mirando por encima del hombro de su hermana.

- Oye ¿Y a ti qué te importa?, no te doy permiso para mirar mi teléfono - hizo una pausa para pensar mejor las palabras - mejor dicho espiar mi teléfono.

No se porqué, tal vez por ver a los hermanos discutir o por ver cómo se picaban entre ellos o no se por qué, comencé a reírme. No podía parar, y creo que eso les hizo gracia a mis amigos. Bueno eso, o el que me hubiese empezado a reír en medio de una discusión tan tonta. El caso es que o se reían conmigo o de mi, pero acabamos todos riéndonos cómo locos en medio de la plaza.

Pero de repente, Candy hizo una pausa para mirar su móvil y fue cuando se le borró la sonrisa de la cara. Supe que algo iba mal y Mabel debió de sentirlo también, por que en seguida saltó:

- Oye, si es por lo de mi hermano, que sepas que no ha visto ni leído nada, ¿Verdad? - dijo con una mezcla de furia y preocupación. Holden negó con la cabeza.

- No, no es eso, ya sé que no has visto nada, pero, em... yo... - dijo sin dejar de mirar el teléfono, intentando excusarse - Perdón, me tengo que ir ya. - noté en su voz como si tuviese... miedo de algo.

Acto seguido cogió el skate, su mochila y se fue patinando hacia su casa. Mabel hizo el gesto de seguirla pero la detuve:

- Voy yo ahora, ¿Vale? - asintió.

Iba siguiendo a Candy para asegurarme de que todo iba bien y justo cuando iba a llamarla, pasó de largo su casa. Me quedé confuso, pero la preocupación iba aumentando en mi cada vez más.

Al fin Candy se detuvo en el parque de los hermanos, y noté que miraba hacia atrás, así que para que no pensase que la estaba siguiendo (que era justo lo que estaba haciendo) me "escondí" tras un matorral de los que había en la entrada del parque. Vi que alguien se le acercaba y la "llevaba" detrás de los matorrales (a pesar de estar el parque medio vacío) que justo estaban enfrente mío. Enseguida pude distinguir a Verónica.

- ¿Ahora qué, p*ta niñata? ¿Qué vas a hacer sin tu novio protegiéndote? - dijo dándole una bofetada. Me estremecí. - ¡Te lo advertí! No te acerques a él ¿Y tú me hiciste caso? ¡Claro que no p*ta!

- ¡Te juro que no es mi novio! - dijo Candy entre sollozos.

- ¿Y a mi que coño me importa lo que digas tú? Si solo sabes mentir. Que no finjas, que Harper y Pam me lo cuentan todo.

- ¡Pero no miento! ¡No somos nada! ¡No me gusta! - dijo Candy aterrorizada.

Entonces vi que Verónica levantaba a Candy y alzaba el puño y en seguida fui a detenerla:

- Cómo te atrevas a tocarla un pelo te los arranco yo todos a ti - salté furioso.

En cuánto Verónica me vio salió corriendo (o más bien huyendo) y me giré hacia Candy. Estaba agachada en el suelo, llorando, asustada.

- ¡Joder Candy! - dije casi gritando de rabia. Empecé a llorar yo también - ¿Por qué no me lo dijiste? - y la abracé.

*                *                *

Me aseguré de que Candy no tuviese heridas graves. Entonces, al ver mis manos revisando la cara de Candy (ya que tenía la marca de la bofetada aún) me di cuenta de los arañazos que tenía yo de cuando atravesé el matorral.

- ¿Te duelen mucho? - me preguntó Candy refiriéndose a los arañazos.

Negué con la cabeza.

- ¿Es la primera vez que te pega? - pregunté entonces yo. Asintió con la cabeza y suspiré aliviado. - ¿Y Mabel lo sabe? - ésta vez negó.

Dudé en si preguntárselo o no, pero al final me pudo la curiosidad:

- Entonces, ¿De que hablabais en la plaza? - noté cómo la pregunta la puso incómoda - no hace falta que contestes... Anda, vámonos a casa.

La acompañé hasta su puerta y me suplicó que no le contase nada de lo sucedido a su padre, que se lo contaría ella más tarde.

- ¿Y la bofetada? - pregunté yo.

- Ya casi ni se nota la forma de la mano, le diré que me he caído del skate.

Suspiré.

- Vale, pero cómo no se lo cuentes se lo contaré yo, ¿Vale? - asintió.

Le di un abrazo y un beso en la frente.

- Gracias - me susurró cuando abrió la puerta. Le sonreí a modo de respuesta y fui en skate hasta mi casa.

Cómo enredar tu vidaWhere stories live. Discover now