Parte 5

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Los gruesos labios del alfa se presionaban continuamente sobre aquel cuerpecito, aplastándolos contra la bronceada piel e incitando al moreno a expulsar agudos gemidos desde lo más recóndito de su garganta.

Porque su boca era paraíso, pero sus labios estampándose una y otra, y otra maldita vez en un exquisito camino de besuqueos debía ser considerado el mismísimo Nirvana.

Otro gemido que dejaría en vergüenza hasta al más encelado y pornográfico de los omegas hizo eco entre sus blancos dientes que mordisqueaban seguidamente el almohadón que traía empuñado bajo su barbilla.

Al lujurioso acto se unió una rosada e impía lengua, marcando chupetones amoratados en la espalda baja del adolescente y dejando rastros de saliva a su paso.

Lamió, dentelleó, chupó; se hizo dueño de toda micra de piel que encontró a su paso. Y cuando halló las nalgas del omega, una sonrisa ardió en completo éxtasis mientras separaba las mejillas traseras para tan sólo hacer un roce con su lengua.

El azabache lloriqueó, retorciéndose en demasía, lo que provocó un subidón al orgullo alfa; no podía creer que sería el primero en tocarlo, en saborearlo, en dejarlo muerto de placer...

Acarició la entrada usando la yema de su pulgar y la espalda del niño se arqueó en un acto casi involuntario.
No tenía neuronas cuando estaba con el castaño; él se las arrancaba todas en cuanto aparecía sonriendo tan malditamente amplio y oliendo a cada cosa que prefería en el mundo.

"¿Quieres que te anude, bonito?" Su voz. Maldición. Sonó tan grave y rasposa a las espaldas del ojimiel que quiso volver a ser marcado por sus filosos colmillos de alfa puro "¿Uhm?" el castaño se puso de pie soltando las piernas de su pareja y se trepó a la cama quedando a horcajadas encima de su espalda. El pene del mayor rozando ese lugar "¿Quieres mi lengua dándote placer?" susurró en su oído. Los nudillos del niño emblanquecieron tras apretar el agarre en el almohadón. Su dentadura casi crujió por comprimir aún más fuerte el objeto mullido con sus dientes. Cerró los ojos respirando entrecortado y asintió en completa sumisión.

Entonces él sonrió, porque sabía que ya lo tenía bien entrenado. Apoyó las palmas a ambos lados de la cabeza ajena y volvió a acercarse a su oído:

"Sabes cómo debes pedir lo que quieres, bebé".

Estaba demasiado necesitado, rayos, sus testículos iban a explotar.
Sacó la almohada de su boca, sintiendo un mechón de sudado cabello en la frente y jadeó con respiración dificultosa:

"Te necesito, alfa" Payne mordisqueó el lóbulo de su oreja y algo se encendió en él "Por favor, soy sumiso para t-i" y aquello lo impulsó como un condenado cohete.

Regresó a su antiguo lugar hincándose en la alfombra a los pies de la cama. Alzó un poco las piernas del morenito y comenzó a repartir besuqueos hasta llegar a la rojiza entrada ya lubricada por el líquido natural del omega.

El anillo muscular le hizo paso en seguida, debilitando al menor en chillidos placenteros e hinchando el grueso pene del alfa.

Aventuró su lengua a través de todo el estrecho espacio, abandonando la acción unos segundos para mordisquear las nalgas del niño y regresando aún más ansioso tras oír sus agudos sollozos.

Pero tocó un punto; dio directo en la próstata y el sonido que salió de ambos labios sólo le advirtió que debía anudar al chico o podría reventar de satisfacción.

Ya puesto en pie, lo arrastró de la cadera hasta tener un apropiado alcance para alinear su entrepierna con el palpitante agujero. Un quejido manchado de un doloroso placer brotó de esa pequeña boca cuando fue duramente embestido, una y otra, y otra, ¡Y diablos! Otra... La velocidad aumentó como si se tratara de dos jóvenes sobreviviendo a su primer celo, y Zayn literalmente gritó el nombre del culpable, jurando que jamás había sentido nada igual.

The Bite  [ZIAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora