Parte 8

2.9K 335 221
                                    

* Sus dedos temblaron sobre la plateada aguja, un sollozo se le escapó de los labios y su piel ardió de tan sólo imaginarse cuán doloroso sería. Su cuello adolorido, los rugidos del alfa aún torturándole los oídos; esa oscura mirada agujereándole la cabeza, el corazón... El lazo. *

Cinco días habían pasado desde aquel desagradable suceso.

Hacía cinco días que Zayn había estado tomando la merienda junto a su ojiazul amigo, hacía cinco días el sonido de esa explosión le dejó sordo, hacía cinco días que él había corrido hasta dolerle los pies y quedarse sin aire en busca de su hermano gemelo. Hacía cinco días que vio ese yeso en su brazo derecho, que su alfa le retó en el cuarto de hospital y le terminó abandonando cuando más necesitó de él. Y hacía cinco días que su corazón fue herido, lastimado; que quedó irremediablemente roto.

Zayn tuvo tantas pesadillas desde aquella noche que cerrar los ojos se había convertido en su peor miedo.
Fueron tantas las vacunas tranquilizantes que se le clavaron directo a las venas para evitar ver al omega enloquecer que ya no sentía su muñeca izquierda.

El número de sollozos, gritos, aullidos y lágrimas que escaparon de su garganta y cayeron de su rostro eran más incontables que las ganas de cometer suicidio que le jodieron la mente mientras se volvía loco sin su alfa rodeándolo amablemente, dándole cariño, salpicando besos en su rostro, susurrándole cuánto lo amaba o cuán bonito lucía, haciéndole el amor e incluso teniendo simple sexo por placer, riendo junto a él, olisqueando su varonil aroma o recibiendo cosquillas accidentales cuando era olisqueado, viéndole con ojos brillantes, protegiéndolo de todo, siendo su zona de confort... Su hogar... Su otra punta del maldito lazo. Maldición, el lazo.

De tan sólo pensar en la mordida que marcaba su clavícula, el llanto se convertía en la única cosa que deseaba.

El frío era algo permanente en lo que alguna vez fue un cálido, bronceado, oloroso y atractivo omega. Sus labios, un día rojizos y humectados; llenos de ese sabor dulce y con una agradable textura, yacían resecos, pálidos y maltratados.

Sus ojos, anteriormente de un inigualable color miel brillante y claros como un cálido rayo de sol mañanero; gigantes, inocentes, alegres... Se convirtieron en un par de canicas vacías, de un infinito color negro, entrecerrados por el cansancio, tristes, sin vida...

Su pelo, antes brilloso, voluminoso, de un azabache tono y peinado en un coqueto estilo que le hacía ver levemente ondulado; con un aroma a naranjas dulces y champú de manzana. Aquellos bucles que fueron masajeados por esos largos dedos alfa podrían confundirse con un montón de hilachas secas, que caían desganadas sobre el rostro del chico; completamente lacias, las puntas abiertas resaltaban en demasía. Una escoba vieja luciría mejor que eso por mucho.

Sus mejillas... ¿Recuerdan esa piel sonrojada, regordeta, suave, pecosa y tierna que se notaba debajo de lo que ahora son unas asquerosas bolsas violáceas? Estaban huecas. Huecas, hundidas, pálidas, áridas y jodidamente distintas a los dulces cachetes que en algún momento fueron descritos.

¿El resto del curvilíneo, jovial, pequeño, virginal, terso y deseable cuerpo repleto de maravillosos lunares y piel morena, envidia de los mejores bronceados? Todo rasguños y marcas de dientes que él mismo se había hecho. La dermis carente de color, de un tono grisáceo, casi avejentado y repugnante. Su cadera huesuda y las costillas comenzando a pincharle el estómago porque no se dignaba a consumir nada a menos que fuese brindado vía intravenosa; sólo porque no podía evitar aquello.

Los brazos flacuchos, los muslos delgados y temblorosos de la gélida sensación que el vacío en su pecho le enviaba cruelmente.

Sus clavículas a la vista, antes ligeramente huesudas de una manera atractiva, ya provocaban pena. Todo por culpa de... Sí, de esa maldita mordida putrefacta que todos habían visto con claridad mientras los sedantes de la primer noche hacían efecto.

The Bite  [ZIAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora