C A P I T U L O 30.

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"If a writer falls in love, you will never die"

"Si un escritor se enamora, jamás morirás"


POV de Spade.
Esa misma tarde 8:00 PM

Caminé escrutando las calles sucias de los barrios bajos de Londres. Los muelles estaban concurridos por marineros y piratas que convivían siempre que hubiera mas de un barril de licor barato y prostitutas dispuestas a compartir.

El asco subió por mi garganta pero lo ignoré, endureciendo mi expresión mientras me acercaba a las luces de una taberna. Las pobres excusas de hombres me miraron de arriba abajo. Desde mi atuendo oscuro y cubierto hasta mi mirada gélida. Mi cicatriz funcionaba para darme la apariencia de alguien a quién nadie se quiere enfrentar. Y no se equivoquen, cuando se trata de protegerme a mi o a los míos que tenga Dios piedad del pobre diablo que se atreva, porque yo no la tendría.

Cuando entre una ola de olores rancios y perfumes baratos me llenó las fosas nasales, haciendo que respirara mas pausadamente para acostumbrarme al olor. Aun siendo yo mismo un pirata, un agente de la reina retirado y vividor del mar, nunca podría acostumbrarme a oler la decadencia, a mirar cara a cara unos ojos sin alma, llenos de desesperanza y nublados por las adicciones.

Me abrí paso entre las mujeres que se congregaron a mi alrededor. Repartí unas cuantas libras discretamente, sabiendo que les estaba ahorrando tener que trabajar por algunos días. Al llegar a la barra  me senté en uno de los taburetes mientras le pedía a cantinero un coñac.

Me lo sirvió mirándome con sospecha, saltaba a la vista por mi piel limpia y falta de aroma repugnante que no pertenencia a ese barrio, lo cual se confirmo cuando el hombre en cuestión se recargó en la barra sin dejar de analizarme con sus ojos oscuros.

- ¿Qué hace un aristócrata por estas calles?- inquirió con tono grave - ¿tienes una idea de cuantos aquí estarían dispuestos a asesinarte por las monedas que traes en tu bolsillo?

Me encogí de hombros levemente, dando la apariencia de aburrimiento, cuando en realidad estaba examinando la sala en busca de señales de peligro.

- Dicen que tienes el mejor coñac Frances de contrabando, tenía que ver si era cierto. - respondí mientras agradecía el vaso de cristal semi limpio que me tendió y me lo bebí en dos sorbos.

Tenía que admitir que no estaba del todo equivocado, era una buena mercancía, sin embargo, su clientela dejaba mucho que desear.

Una mujer de colores naranja chillones se me acerco más de la cuenta y recargó su hombro contra el mío, su olor indicaba que no se había bañado en días y su maquillaje exagerado estaba corrido. Detrás de toda la suciedad tuve que admitir que si la vida no hubiera sido tan dura con ella podría ser considerada una mujer atractiva.

- Te sugiero que te vayas, ojos azules, antes que alguien te rebane ese pescuezo tan lindo que tienes. - ronroneó restregando su amplio busco contra mi brazo extendido.

Me aparté suavemente y me lance una mirada de advertencia mientras le daba una moneda.

- Vuelve a tocarme, linda. - la reté sin levantar la voz. - y me olvidaré por unos segundos por qué nunca es bueno levantarle mano a una mujer.

Ella abrió mucho los ojos, un temor del que me arremetí haber causado se elevó en su mirada y me obligué a relajarme. Odiaba que me tocaran, la única mujer que podía tocarme y hacerme desear más era mi mujer, la cual ahorita estaba terminando su compromiso con mi hermano. Eso ponía de pocas pulgas a cualquiera.

Capturada Por Un Pirata •••COMPLETADA•••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora