Frostie

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Invierno

Capítulo once

Frostie

Amethys despertó con un sobresalto. Estaba segura de que aquello no pasó. Todo era producto de su imaginación, o mejor aún, otro inventó de aquel ser despiadado que disfrutaba de torturarla. Se negaba a creer que su hermana fuera capaz de traicionarla de esa manera.

Ella no.

Se levantó y deambuló por la habitación. Asomó la nariz al balcón y miro el jardín. Había un laberinto de senderos con fuentes y bancos congelados por todas partes.
Y más allá,se extendía el enorme bosque de hielo tan lejos que no sabía con exactitud dónde terminaba el bosque y empezaba el camino a su pueblo.

Su pueblo,sintió unas ganas inmensas de huir de allí,y refugiarse en los cálidos brazos de su padre.

¿Cómo estaría él? ¿Y Arthemys?
Narcissus,¿qué estaría haciendo? ¿Notaría su ausencia? ¿Le echaría de menos?
Porque ella sí. Lo extrañaba tanto. Sí las cosas hubieran sido distintas,ahora sería su esposa,estaría preparando el desayuno para su amado,en la hermosa cabaña que mando Narcissus construir para ellos.

Eso bastó para convencerla y se preparó para escapar.

No podía salir por la puerta. Dos guardias de hielo estaban apostados a cada lado de su puerta y había más rondando por todo el castillo.

Miro las sabanas y recordó todos los vestidos sin usar.

Tardó poco más de una hora en anudarlos y amarrarlos al barandal del balcón.

Se colocó la capa de su padre y comenzó a descender. Por un momento pensó que no lo lograría,que terminaría cayendo al vacío dónde con algo de suerte se rompería todos los huesos, pero sintió una gran alegría cuando sus pies pisaron la gruesa capa de nieve.

Solo una vez se permitió mirar hacia arriba,hacia el balcón. Y sonrió satisfecha por su osadía. Lo logró, pudo salir de ese monstruoso castillo de hielo sin ser vista.

Cuando una luz se encendió en la ventana de enseguida se agazapó, a la espera de una oportunidad para salir corriendo.

Con mucho cuidado, echó un vistazo al interior de la sala,las cortinas que cubrían la ventana estaban entrelazadas con pequeños copos de nieve que brillaban como si estuvieran hechos de cristal. El señor White se deslizaba de un lado a otro haciendo quien sabe qué. Era la oportunidad que había estado esperando,se echó a correr.

No volvió a mirar atrás,siguió de frente; las zarzas, y los árboles le dificultaban el paso.

De pronto el bosque pareció cobrar vida apartando las ramas para dejarle pasar. Como si el mismo bosque no la quisiera en ese lugar.

Ya no tenía miedo,no sabe que pasará cuando su carcelero se de cuenta de que ha escapado,y tampoco le importa, ya no hay marcha atrás, sigue corriendo y cae pesadamente sobre la nieve,se levanta y echa de nuevo a correr. Su respiración silva a través de sus sollozos. Trata de controlarse,sabe que si se deja dominar por el pánico estará perdida. Mientras corre se da cuenta de que nunca antes se sintió tan viva.

Amethys  se cansa,y ya no puede seguir corriendo, no sabe cuanto tiempo lleva deambulando por el bosque, pero una cosa si es segura,ya debería haber encontrado la salida...
Alzó los ojos hacia los trozos de cielo que aparecen entre las ramas. Nubes grises ocultan el firmamento.

¡CRASH!

Un crujido a sus espaldas la pone en alerta.

«Ya se ha dado cuenta»  es lo primero que Amethys  piensa.

inviernoWhere stories live. Discover now