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            La imagen del avión llevándose lejos a su esposo se mantuvo en su retina aun cuando el aeropuerto se convirtió en un pequeño punto en su espejo retrovisor. Sentía que su mente no estaba presente, él mismo se sentía fuera de sí porque la soledad que se había instaurado en él era tan potente que lo aplastaba contra el suelo y se llevaba lejos todos los buenos pensamientos que había acumulado para sobrevivir a esas tres semanas en soledad. Y era estúpido porque usualmente amaba la soledad, la única persona cuya compañía disfrutaba en realidad era la de su esposo y si él ahora estaba lejos —por motivos de trabajo— tenía que ser un adulto y saber aguantar eso. Aunque posiblemente el embarazo era el culpable de que simplemente no se viera capaz de aguantar.

¿El embarazo podía hacer eso?

Dejó ir un suspiro y llevó una mano a acariciar su vientre cuando se detuvo en un semáforo. Estaba entrando a la ciudad y la sola idea de llegar a su hogar le parecía aterradora. El lugar era demasiado grande para él cuando estaba solo y sabía que de llegar ahí se acostaría en el sofá a ver todas las temporadas de RuPaul's drag race disponibles en Netflix o algo así, y aunque era un panorama atractivo; no quería eso. El doctor le había dicho que tenía que mantenerse en movimiento, que tenía que comer cosas saludables, que no tenía que preocuparse tanto o estresarse tanto y... era difícil. Demasiado difícil.

Estacionó el auto a un costado de la carretera y buscó su teléfono en los bolsillos de su chaqueta. Lo primero que vio fue una notificación de Twitter porque Frank había publicado algo, pero en lugar de verlo fue a su lista de contactos y marcó el número de uno de sus mejores —y únicos— amigos.

— ¿Patrick? —dijo en cuanto la voz al otro lado de la línea contestó, sonrió al escucharlo. Habían pasado casi dos semanas desde la última vez que se habían visto y ya lo extrañaba— ¿Estás en casa? Genial... ¿Te molesta si paso a visitar? Es que estoy en el vecindario y... está bien, nos vemos.

Sonrió y cortó la llamada, y luego, por inercia, entró a Twitter a ver lo que Frank había escrito. Simplemente no podía con la curiosidad.

"Mi hija no ha nacido y ya soy el peor padre del mundo. #fuhk"

"Amigos de Sydney, ya estoy en el avión. Si van al aeropuerto o patearé cada uno de sus traseros. xx"

No pudo evitar esbozar una sonrisa, era tan propio de él y aun así... se sentía amargo por dentro. No se suponía que Frank estuviese sintiéndose un mal padre sobre un avión, o que estuviera camino a dar una serie de conciertos en un lugar tan lejano... tenía que estar ahí con él, viviendo esa maravillosa etapa que no iba a repetirse. Tenían tanta suerte porque todo estaba saliendo bien en el embarazo. Por Dios, tenían tanta suerte incluso de que el embarazo fuera un hecho. En la clínica les habían dicho que no aseguraban que fuese a funcionar, y luego de pocos intentos funcionó y... era suerte. Era el destino, tenían que convertirse en padres juntos. Concretar su pequeña y hermosa familia con ese pequeño fruto de su amor.

Pero a veces sentía que el único emocionado era él.

Estacionó fuera de la casa de su amigo y con cuidado bajó del auto. Era un barrio residencial bastante exclusivo, aunque era necesario que lo fuera. Muchas de las personas que ahí vivían eran conocidas y necesitaban seguridad. Su amigo y el esposo de él eran miembros de una de las bandas más conocidas en la escena, tanto como lo había sido la suya la extinta, y en ese negocio se habían conocido. Recordaba esos festivales tantos años atrás, cuando Frank y él eran solo amigos, y también lo eran Patrick y Pete. Recordaba las noches que se habían quedado bebiendo hasta tarde y el como él mismo había apostado porque Patrick y Pete terminarían juntos algún día. Y cuando lo hicieron, fue posiblemente la persona más feliz del mundo porque le había ganado 20 dólares a su hermano menor. Y más reciente que todo eso, recordaba muy claramente cuando Patrick dijo que iba a intentar concebir, recordaba todo el proceso que había podido ver desde cerca, y cuando la pequeña Billie —su ahijada—, había llegado al mundo.

linger ・ frerardWhere stories live. Discover now