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            Gerard despertó por el dolor en su rígido cuello, y poco a poco, a medida que iba abriendo los ojos y regresando al mundo real, fue recordando por qué había dormido en la mecedora. La pelea de la noche anterior comenzó a reproducirse lentamente en su cabeza y para cuando todo cobró sentido, la ira borboteaba nuevamente como aceite hirviendo en el fondo de su garganta. Se puso de pie con un dolor terrible en el área del coxis y salió de la habitación de su bebé para ir al pasillo. La habitación matrimonial estaba vacía y las maletas de Frank ya no estaban junto al armario. Soltó un suspiro y fue a sentarse a la cama. Estaba fría, aunque el aroma de su esposo seguía totalmente impregnado en las sábanas. Se acostó, y de reojo vio una nota en el velador de su costado de la cama. Era pequeña, y la letra era de Frank.

"Tuve que volver a la gira. No quise despertarte. Lo lamento por lo de anoche. Cuando estés lanzando mis cosas a la calle recuerda que te amo."

Arrugó la nota al interior de su puño y luego la lanzó lejos. Acostado sobre la cama la discusión volvió a sonar como si estuviese sucediendo en ese mismo momento. Recordaba cada una de sus desafortunadas palabras y lo duras que se sintieron. Había pensado tantas cosas en el momento y ahora, que podía analizarlo con mayor atención... más se daba cuenta de lo jodidos que estaban. Pues en el pasado, aunque habían tenido un sinfín de discusiones, nunca se habían dicho cosas tan terribles. Nunca había sentido que Frank no lo amaba. Nunca había tenido ganas de irse y no volver jamás. Y eso pasaba precisamente ahora... se sentía totalmente abandonado por su pareja. Solo él y la bebé que seguía demasiado frágil en el hospital. Y era tan injusto pero al mismo tiempo no podía dejar de encontrar sentido a las palabras dichas por Frank... Recordaba esa discusión que habían tenido solo semanas antes de iniciar el tratamiento, en donde le sacaba en cara los años que llevaban juntos y todavía no tenían una familia propia. Frank en ese entonces lo había abrazado y le había dicho que, si era eso lo que quería, entonces iban a hacerlo. Incluso se notó entusiasmado cuando todo comenzó, y siguió así durante el embarazo, aun cuando nunca puso pausa a sus giras o su tiempo encerrado en el estudio. Sentía que era un trabajo en equipo. Pero ahora todo era tan diferente.

— ¿Qué estoy haciendo? —suspiró, llevando la vista al techo. Sus manos se posaron sobre su abdomen que ya casi recuperaba su tamaño y elasticidad normal. Recordaba cuando su hija crecía ahí mismo, lo acompañado que se sentía... y ahora estaba terriblemente solo en una casa que se sentía demasiado grande para él.

Pero salir tampoco era una idea. No quería llevar sus problemas a casa de su mejor amigo, que suficiente tenía con sus propios asuntos. Y tampoco quería ir donde sus padres o su hermano, pues bien sabía que ellos estarían de lado de Frank. Siempre estaban de lado de Frank cuando se trataba de discusiones así.

"Pero esta vez es diferente" Se dijo a sí mismo. Aunque la única diferencia era que, al menos esta vez, Frank lo había hecho sentir una total mierda.

Dejó la cama y bajó las escaleras para ir a la cocina. Abrió el refrigerador y quizás fue que en serio tenía hambre o simplemente la ansiedad se había abierto paso en él, pero sin darse cuenta terminó preparando panqueques y tostadas. El plato ante él era ridículamente grande y aunque no comió ni la mitad de lo que había preparado, se sintió un total cerdo de tener tantas cosas para sí solo. Quizás por eso Frank ya no lo quería... Pero no, no podía pensar en eso. Frank lo quería. Era él quien dudaba de eso, era él quien se sentía mal al respecto. Era él la única víctima aquí. Y su bebé, claramente. Que no tenía culpa de absolutamente nada.

Cuando su teléfono sonó su corazón dio un vuelco, y al mirar la pantalla lo sintió en el fondo de su garganta. Era Frank, ¿Pero qué quería? ¿Seguir gritándole? Fuera cual fuera la razón, contestó.

linger ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora