13

395 95 55
                                    


            Gerard suspiró.

— No estás siendo de ninguna ayuda, ¿sabes?

— Ya lo sé.

— En serio, eres el peor terapeuta del mundo entero.

Se incorporó en el diván y llevó una mano a cubrir su rostro, frotando sobre sus ojos antes de posarla sobre su regazo, uniéndola ahí con la izquierda. Sentía lástima por sus uñas cada día más cortas, pero últimamente sus niveles de estrés estaban tan altos que simplemente no podía hacer nada salvo seguir mordiéndose las uñas hasta que no quedara ni una pizca de ellas.

— El peor —insistió alzando la mirada al rostro del de gafas.

— Es porque no soy un terapeuta, Gee —respondió Bert.

— Ni siquiera sé por qué estoy en tu estúpido sofá.

— Es un diván —lo corrigió su amigo.

— Ni siquiera sé por qué estoy en tu estúpido diván.

— Yo tampoco —Bert se encogió de hombros—. Si somos sinceros, ni siquiera sé por qué te dejé entrar a mi casa.

— Te odio —Gerard le miró con total desagrado—. Ya recuerdo por qué dejé de hablarte.

— Fue porque engañaste a tu esposo conmigo.

— En serio, Bert —Gerard volvió a cubrirse el rostro con las manos— ¡No estás ayudando!

— Es que no sé qué quieres que te diga —Bert se puso de pie, caminando hacia el enorme ventanal que daba a un amplio patio trasero. Había dos perros jugando cerca de la piscina, y fue lo único que provocó que Bert sonriera en un plazo de veinte minutos, que era lo que Gerard llevaba sobre el diván.

— No quiero ir con un terapeuta —dijo Gerard—. Patrick solo quiere que vuelva con Frank, Mikey está harto y no puedo hablar de esto con mis padres y yo...

— ¿No tienes más amigos? —Bert se giró hacia él, Gerard negó lentamente— ¿Ni uno solo que no sea yo?

Gerard volvió a negar.

— ¿Por qué me odias tanto? Tú fuiste quien dijo que no quería tener nada serio con nadie, ¿Recuerdas? Te insistí, incluso te presenté a mis padres —Gerard tenía el entrecejo fruncido—. Y me mandaste a volar.

— Era joven —respondió Bert—, además tú siempre tuviste algo raro con Frank y yo no quise interponerme ahí... además Quinn.

— Te dejó por una mujer —Gerard sonrió de manera burlona, y por la expresión en el rostro de su amigo parecía que estaba a punto de recibir un golpe en la cara.

— Yo te amaba, Gerard. Incluso cuando comenzaste a estar de manera seria con Frank —Bert se acercó hacia él y nuevamente tomó asiento en el sofá frente al diván. Se quitó los anteojos y luego de soltar un largo suspiro, agregó—. Tú sabías que yo te amaba pero tú escogiste a Frank y está bien, en serio. Ahora tienen una hija y... en serio, no entiendo qué carajos haces en mi maldito diván.

— Necesito tu consejo —respondió Gerard.

— Cásate conmigo y olvídate de él —Bert sonaba totalmente serio.

Gerard se le quedó mirando unos momentos, con una ceja enarcada y luego soltó una risotada totalmente brusca. Se puso de pie y aun riendo comenzó a caminar por la sala de estar de su amigo, mirando las fotografías en las paredes, los discos de platino apilados contra la pared y demás cosas que su amigo había ido acumulando de su banda con el paso de los años.

linger ・ frerardWhere stories live. Discover now