Ocho.

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6 de Junio del 2017_ 12:23

Ella...¿ha suspendido el examen? Y además, no ha venido a clase (para variar).

- El profesor se ha equivocado de nota, ¿no?- me preguntó Miguel, con un gran interrogante en su rostro y el ceño fruncido.

- Sí que me parece extraño que haya suspendido.

Tal vez sería porque ella, la chica de ojos azules, no pisó ni un milímetro del suelo del instituto desde el día en que tuvo la dichosa caja en sus manos.

- ¿Y si se ha ido?

Miré con miedo a Miguel. No podía haberse ido, simplemente no podía. Estaba empeñado en conseguir respuestas, y hasta que no las tuviese, no se iba a escapar.

- No- respondí tajante intentando desviar la conversación, hecho que no conseguí.

- ¿Por qué no?

Eso mismo me preguntaba yo.

- Porque tengo curiosidad, nada más.

Aunque sabía que aquello que yo afirmaba solo era una mentira. Sí, tal vez la curiosidad me invadiera a ratos, pero había algo más. Algo que no sabía qué era, de momento.

Una idea repentina cruzó mi mente, y sin pensar cómo pudiera acabar ese acto imprudente, me giré hacia Miguel y sin dar más rodeos le ordené:

- Miguel, vas a ayudarme a mirar su matrícula.

- ¿Que yo, qué?

- Y de paso revisamos su expediente...

- Estás obsesionado, chaval.

Mi compañero no parecía muy contento con la idea, pero necesitaba saber algo más de ella a toda costa.

Costara lo que costase.

- Si me ayudas...

Pensé en algo que Miguel quisiera mío, y justo encontré su talón de Aquiles.

- Si me ayudas... Te presto mi BMX.

Él sonrió de soslayo, una sonrisa pícara que prometía lo peor.

- Hecho.

_ _ _ _ _

- No me esperaba esto.

La negación de mi compañero me hizo reflexionar. Tal vez lo que estaba escrito dentro de los sobres amarillos fuera la verdad sobre ella, pero había datos que no encajaban.

Y para saber montar el puzzle necesitaba tiempo.

- Coge tú la carpeta de allí, y yo esta. Nos las llevamos- dije en un arrebato de locura.

La expresión de mi amigo era de puro asombro. Seguramente él pensaba que solo íbamos a echar una ojeada rápida. Pero no fue así. Estaba dispuesto a arriesgarme para poder verla y que me diese explicaciones para calmar mi curiosidad.

Tal vez aquella chica me estuviera volviendo loco, y tal vez estuviera confundiendo mis sentimientos hacia ella...

Pero una persona no deja de odiar de la noche a la mañana.

¿Verdad?

No me odies, Daniela. [C O M P L E T A]Where stories live. Discover now