Doce.

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Ya no sabía qué pensar.

Tirado en la cama de mi habitación,  con los ojos cerrados y el ceño fruncido, no tenía otra cosa en lo que reflexionar que no fuera la supuesta antigua relación con la extraña chica.

¿Yo ya la conocía? Imposible, no me acordaba.

La llamada de Miguel consistía en una orden de salir de fiesta. Pero no tenía ganas, no ahora.

Aún así, debía acompañar a mi amigo, pues nunca nos habíamos abandonado y si él me exigía algo sería porque tenía mucha importancia.

Me calcé mis deportivas más sencillas y, por enésima vez en la historia, iría al encuentro de Miguel.

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- Brad, te presento a Natalia.

Me giré lentamente, temiendo quién podría ser aquella chica.

«Tranquilo, es imposible que sea la misma de años atrás. Hay muchas Natalias en el mundo».

- Hola, encan...- comencé la creación, sin llegar a terminarla.

En cuanto la chica se dio la vuelta, todas mis esperanzas de que no fuera ella se derrumbaron.

Curvas definidas, pelo castaño completamente liso, ojos marrones pintados y una tonelada de maquillaje en la cara.

- Hola, bichito.

En sus ojos brillaba un destello de venganza y maldad impropio de ella, y su sonrisa no auguraba buenos actos.

- Natalia- gruñí entre dientes.

- Vamos a hablar un ratito, cariño. Pero aquí no, que hay mucho ruido de los altavoces.

Y sin darme oportunidad a responder, me jaló del brazo entre la muchedumbre que bailaba sin descanso.

- Quiero que te alejes de ella- me ordenó con autoridad y entre susurros amenazadores.

- ¿Qué? ¿De quién?- pregunté confundido.

Ella soltó una carcajada sarcástica y me miró con sonrisa de demonio.

- Sabes de quién estoy hablando. Te vi entrar hoy por la tarde en su casa...

- Espera, espera. ¿Es que me estás siguiendo?- grité, anonadado.

- No, cariño. Solo cuido tus amistades y...- posó su dedo índice en mi pecho- tu reputación.

- Te dejé claro que no quiero volver a verte, ¿y ahora me exiges alejarme de una chica? ¿Qué es esto? ¿Una escena de celos?

- No, bichito. Yo no estoy celosa. Al contrario, después de ti puedo conseguir a quien quiera, cuando quiera...- ronroneaba mientras acariciaba mi brazo derecho.

Antes de que lanzase su infinito sermón de "ya no hay un nosotros, ahora vivo la vida", me giré y emprendí mi viaje de vuelta a la discoteca.

- Brad.

Frené en seco, solo para escuchar lo último que tenía que decir.

- No es quien tú crees.

No me odies, Daniela. [C O M P L E T A]Where stories live. Discover now